Ashika_
Cada mañana mi padre me repetía “Llévate un abrigo, que hará frío por la tarde”. Por supuesto que yo nunca le hacía caso, y esta vez no era la excepción. Ahora, con unos cuantos grados menos que antes, tenía frío. No había llegado al punto en que mis dientes castañearan, y mi nariz no estaba roja, pero mis mejillas, como siempre, se habían tornado de un tono rosado, lo cual detestaba.
Tenía puesta una musculosa sencilla con un fino suéter gris con rayas negras, un jean azul oscuro con un cinturón con tachas que amaba, y unas zapatillas tipo botas, negras. Aún así, frío.
En cuanto vi a Hiroshi a lo lejos, traté de no parecer tan obvia mientras me rodeaba con mis brazos para entrar en calor.
Él estaba de lo más tranquilo porque, claro, traía una campera, aunque no parecía demasiado abrigada.
-Hola…- lo saludé bajando la vista, el hizo un gesto de entendimiento con los hombros y se cayó.
Está bien que no quiera enseñarme, es entendible, yo tampoco quiero que él lo haga, pero no veía el problema. Es decir, que le costaba decir un simple “Hola”?
-¿Hacia dónde?- musitó, y señalé una calle interna rápidamente.
-Son diez cuadras, si no te molesta.
¿Por qué le dije eso? Aunque le molestara igual tendríamos que caminarlas, o no?
-No, vamos- y comenzó a caminar.
Íbamos a la par. Ninguno había abierto la boca, y comenzaba a aburrirme de solo mirarlo.
Me disponía a cruzar la calle cuando di un pequeño respingón hacia atrás.
-Cuidado!- me gritó en la oreja intencionalmente, la cual aun me zumbaba.
Hiroshi me había impedido seguir. Vi su mano agarrando mi suéter y lo miré. Noté como se puso nervioso y me soltó rápidamente.
-E-está en rojo…- dijo incorporándose rápidamente.
Lo miré de reojo levantando una ceja con expresión de incertidumbre. Hice un leve gesto con la mano indicando el cruce.
-P-pero…no viene ningún auto…- debían de ser cinco, seis metros como mucho, de una vereda a la otra.
Indeciso y como si no entendiera, miró a ambos lados de la acera, ya que era de doble mano. Al comprobar que estaba en lo correcto con lo que le había dicho, cruzó. Fui detrás de él.
Estábamos ya a tres cuadras de mi casa, mi madre trabajaba, y mi padre estaba de viaje, por trabajo.
Al llegar a la puerta de casa, inserté las llaves en la cerradura y comprobé q estas no entraban. Había un par de llaves del lado de adentro. Eso significa que alguno de mis hermanos estaba en casa.
Mierda.
Kib@
Estuvimos esperando el colectivo alrededor de diez minutos, y estaba comenzando a aburrirme allí. Ambos callados, sin nada que decirnos el uno al otro. Vi que Yoshimy sonrió levemente, pero había logrado verla, y estaba tan desesperado por escuchar algo que no fuera el ruido de los autos, que no tuve mejor idea que abrir la boca.
-Qué? Qué pasa?- Se estremeció y luego su expresión se tornó seria, aunque aun así se la notaba alegre por algo.
- N-nada… es solo que tienes la nariz roja- rió- eso te quita por completo la imagen de “chico malo”. Jeje…
Hice un gesto con la cabeza y solté un tosco de aire por la nariz. No sabía qué rayos responder a aquel comentario, por suerte fui salvado por la campana.
El colectivo apareció frente nuestro y comenzó a tocar bocina desenfrenadamente. Al parecer ni mis piernas ni las de ella captaron la orden de “un paso, otro más, bien, así, suban al colectivo”.
Pagamos rápidamente y nos sentamos en unos asientos del fondo. Yo tomé el lado de la ventana y ella se sentó junto a mí. Vi como se cruzó de brazos y se quedó callada mirando hacia adelante. Aparté la mirada y acomodé el skate como pude. Realmente era de lo mas incomodo viajar con eso en el colectivo.
Al ver que aquel viaje no pasaría de discretas miradas del uno al otro, me coloqué los auriculares y puse la música a todo lo que daba. Yoshimy me miró de reojo, y dio un soplido, se acomodó en el asiento sin más.
Me quité los auriculares gigantes que traía, y los cambié por los “manos libres” que vienen con el teléfono. Los enchufé y le ofrecí uno.
-Quieres escuchar?- me miró algo confundida, pero, al ver que era lo único que podíamos hacer, aceptó.
-Que escuchas…?- dijo a la vez que se llevaba el auricular a la oreja y comenzaba a oír la locura de Skrilex. Sonrío y me miró fijamente- Amo a ese Dj...!
Le sonreí, y seguimos el resto del viaje escuchando música, para tapar la ausencia de nuestras palabras.
-Aquí bajamoooos!!- le grité al conductor al ver que el timbre no funcionaba.
Frenó bruscamente y nos empujo uno con el otro. Casi caímos al suelo. Bajamos, y le señalé una puerta de madera con argollas de metal que uno golpea para que le abran, al método antes del timbre.
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The Opposite Ones Complement Each Other.
Teen FictionCuando estos chicos entran en las vidas de Ashika Y Yoshimi todo se da vuelta por completo en su pequeño mundo: los pensamientos cambian, las acciones chocan y las miradas se cruzan. Hiroshi termina siendo el tutor de Historia de Ashi, y Yoshimi, tu...