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Recordaba perfectamente como se sintió abandonar Corea hace un par de años. Se le rompió el corazón al ver a sus seres queridos en el aeropuerto para despedirle. Sus padres, su mejor amiga, el resto de sus amigos... incluso su crush estaba ahí. Ella no era coreana, pero llegó al país con apenas cuatro años y había encajado perfectamente. Hablaba la lengua mejor que algunos de sus amigos nativos y se manejaba por el país con soltura. Pero en cierto modo, echaba de menos su país natal: España. Es por eso que decidió trasladarse y terminar la universidad allí.

No hubo problema en ningún momento. Sus padres lo aceptaron desde el principio y se quedó a vivir con su tía preferida. Sabía hablar español perfectamente, ya que la educaron en el bilingüismo. A pesar de eso, los dos años lejos de Corea se le habían hecho demasiado duros, pues había extrañado mucho su hogar, pero por fin estaba de vuelta.

Lo primero que vio al bajar del avión fue un mensaje de su mejor amiga. Se trataba de una foto que mostraba la hora y el panel de llegadas y salidas del aeropuerto. Miró su reloj y casi se cae al suelo. ¡Su amiga llevaba esperándola en el aeropuerto nada más y nada menos que tres horas! Esa chica estaba loca, sin duda, pero por eso la quería tanto.

🌸🌸🌸

Andrea era dos años más pequeña que ella y se conocieron cuando llegó a Corea. La joven estaba perdida, en mitad de Seúl, con una pequeña maleta y los ojos rojos de haber estado llorando por un buen rato. Había perdido de vista a sus padres y no sabía como llegar a la dirección de su nueva casa. Así que Elena le ayudó a llegar hasta allí, donde toda la familia de Andrea estaba muy asustada y a punto de llamar a la policía. Así fue como se inició aquella bonita amistad que ya contaba con seis años.

—También eres española, ¿verdad? —le preguntó con aquella voz tan infantil y adorable que por aquél entonces Andrea tenía.

Elena y ella no tardaron en convertirse en mejores amigas. La mayor ayudó a la pequeña con el coreano, le enseñó la ciudad, le presentó a todos sus amigos y la ayudó a integrarse y a conseguir aprobar las clases. Andrea le debía mucho y no podía estarle más agradecida.

🌸🌸🌸

Una pequeña lágrima recorrió el rostro de Elena al recordar a su amiga y rápidamente se apresuró a salir a su encuentro. No podía hacerla esperar más. Recogió sus maletas y salió por la puerta de llegadas, donde se agolpaba una gran multitud esperando a sus seres queridos. Elena buscó a su amiga impaciente con la mirada por todo el lugar, sin ser capaz de encontrarla. No es que ninguna de las dos fuera muy alta y eso era claramente un gran problema.

Decidió que lo más inteligente era alejarse un poco de la multitud y contactar con ella por teléfono y eso es precisamente lo que hizo... o lo que se disponía a hacer cuando una joven con el pelo castaño saltó sobre su espalda gritando.

—¡¡Unnie!!

—¡Te he dicho ocho mil veces que no me tienes que llamar unnie, pequeña! —respondió la joven riendo y agarrando las piernas de su amiga para que no se cayese y dando vueltas por ahí, soltando las maletas.

La soltó un poco después y ambas amigas se fundieron en un tierno y fuerte abrazo.

—Te he echado mucho de menos —murmuró la pequeña con un par de lágrimas deslizándose por su mejilla.

—¡Andrea! Pero no llores, que ya estoy de vuelta. Y para siempre, ay cuqui.

Rieron y se dirigieron hacia la salida del aeropuerto para dirigirse al piso de Andrea, donde vivirían juntas a partir de ahora. El apartamento en el que solía vivir fue alquilado por otra persona mientras Elena se encontraba en España porque no podía haber renovado el contrato, así que su mejor amiga tuvo que apresurarse a sacar todas las cosas de su casa antes de que las tiraran o las vendieran.

De repente, la joven de las dos se paró en mitad de la calle, no muy lejos del aeropuerto.

—¡OH DIOS MÍO! —gritó captando la atención de todo el mundo que pasaba por su lado, rodeándola pues estaba impidiendo el paso.

—¿Qué? ¿Qué pasa, pequeña? —preguntó Elena preocupada, mirando a su amiga.

—Tenemos que volver al aeropuerto. ¡Park! —grita de nuevo Andrea. Siempre gritando. No había manera de calmar a esta chica.

—¿Park? ¿Quién es Park? —frunció el ceño Elena y de repente se dio cuenta de la situación—. ¡Andrea! ¿Me estás diciendo que te has olvidado una persona en el aeropuerto?

—S-Sí. Rápido vamos. Madre mía, madre mía.

La joven caminaba a toda prisa y su amiga apenas podía alcanzarla hasta que gritó su nombre.

—Perdón, perdón. Es que me va a matar, madre mía —negaba con la cabeza, maldiciendo todo en coreano—. Me he levantado super temprano, nerviosa por verte. Me he tenido que tomar tres relajantes. ¡Tres! Hemos estado tres horas en el aeropuerto esperándote porque no podía pasar más tiempo en casa sola. Él ha estado todo el rato conmigo. Cuando te vi, le dije que me esperara ahí que volvía enseguida. Y luego se me olvidó. Completamente. Madre mía, madre mía.

Elena no pudo más que reír ante toda la situación. Observaba a su amiga más nerviosa que nunca, intentando llegar lo más rápido posible al aeropuerto mientras maldecía y exclamaba cosas tanto en coreano como en español. Finalmente dejó que ella se adelantara y ella se esperaría en la puerta. No quería retrasarla y así, Andrea tendría tiempo para explicarle a aquél chico lo que había pasado.

Definitivamente, su amiga estaba loca.

🌸🌸🌸

Unos minutos más tarde, Elena estaba sentada sobre su propia maleta, esperando a que llegase su amiga. Estaba realmente agotada, no había dormido nada en todo el vuelo que había sido demasiado largo y se moría por descansar. Finalmente, escuchó la voz de su amiga, que hablaba atolondrada como siempre y soltó una risita mientras se levantaba de la maleta.

—Oppa, lo siento mucho, lo siento mucho —repetía la joven una y otra y otra y otra vez mientras el chico que le acompañaba reía y negaba con la cabeza, restándole importancia.

Elena se quedó de piedra en cuanto lo vio. Era precioso. El chico tenía el pelo castaño claro y unos ojos marrones y pequeños que le cautivaron desde el primer momento. Y entonces habló y vio sus labios moverse y quiso desmayarse en ese mismo momento. Qué labios. ¿Cómo diablos su mejor amiga había conocido a semejante hombre?

—ELENAAAAA —gritó su amiga sacándola de sus pensamientos y se sonrojó. El joven soltó una risita y ella se quiso morir de la vergüenza ahí mismo—. Este es Park Jimin, mi mejor amigo.

—Hermano mayor —corrigió él, claramente de broma y ella rodó los ojos.

—Más quisieras, Park. Bueno, ella es Elena, mi mejor amiga y de la que tantísimo te he hablado.

Ambos se inclinaron levemente para saludarse.

—Así que tú eres la chica por la que esta jovencita se ha olvidado de mí —rio—. Encantado de conocerte.

—Lo mismo digo.

Madre mía y tanto que estaba encantada de conocerlo, y tanto.

smile » taehyung ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora