El amargo trago de la muerte.

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—¿Estás seguro? Se te hará muy tarde...

El chico de baja estatura, rostro aniñado y cabello desordenado, se removió de manera inquieta mientras se mordisqueaba el labio inferior y movía sus dedos en contra de las correas de su roja mochila. ChanYeol no tenía que mirarle demasiado para saber que, efectivamente, su mejor amigo estaba extremadamente preocupado.

Y no lo culpaba, el índice delictivo de la ciudad había incrementado en los últimos meses.

Soltó un suspiro, cerrando suavemente el libro enorme y de tapa dura que tenía frente a él, sobre la rústica mesa de la biblioteca.

—Baek. Tranquilo. ¿Quién se va a acercar a un tipo de casi dos metros y que además viste completamente de negro?

—Alguien con una pistola si lo haría.

ChanYeol frunció ligeramente el puente de su nariz y dirigió su mirada hacia Sulli. La hermanastra de BaekHyun se estaba trenzando el cabello al momento de responderle aquello, lo cual aumentó aquel brillo de angustia en los adorables ojos del bajito.

¿Era necesario decir algo como eso?

Se tomó su tiempo para responder, inclinándose hacia atrás hasta lograr apoyar su espalda en el respaldo de la incómoda silla de madera. Tuvo que cerrar los ojos un par de segundos mientras se pasaba los dedos entre su corto y negro cabello.

Sí, comprendía el hecho de que sus amigos estuviesen pensando en él, pero en el único lugar en donde realmente podría concentrarse era en aquella biblioteca. Sus sobrinos que vivían junto a él, sus padres, su cuñado y su hermana, no dejaban de meter ruido incluso cuando estaban durmiendo; y el examen final que se venía ahora decidía si podía o no irse definitivamente como internado a un hospital de la Facultad de medicina. Era la gran oportunidad para poder tomar con mayor seguridad su sueño de ser doctor.

Apretó los labios. Hoy andaba un poco más tenso de lo normal. Su estómago estaba revuelto. 

¿Sería culpa del almuerzo?

—Eso no ayuda, Sulli. Pero, en serio, estaré bien. Si quieren mañana nos podemos ir a comer algo a esa nueva cafetería que está un par de calles más abajo. Lo prometo.

Comentó tiñendo de simpatía su voz, siempre manteniendo las cejas en alto y ahora mirando directamente a los ojos de sus amigos con el afán de dejarlos más tranquilos.

Y es que... ¿Qué le harían a un tipo grandote como él?

BaekHyun lo miró fijamente, apretando casi con furia las correas de su mochila. Era más peligroso que ellos dos anduvieran solos en la calle siendo tan llamativos y, a ojos de ChanYeol, siendo tan pequeñitos.

Su amigo de castaños cabellos asintió, aunque no muy convencido. Pudo ver como Sulli miraba a su hermano con cierto toque de desaprobación, pero Baek era el mayor de los dos aunque fuese por tan sólo unos meses.

ChanYeol sonrió, sintiéndose victorioso.

—Ahora corran o perderán el autobús. Dejen a este futuro doctor estudiar en paz.

Hizo un gesto con su mano para indicarle la puerta a sus amigos, soltando una sutil risa.

¿Por qué un escalofrío le había recorrido tan repentinamente?

Mantuvo aquella sonrisa en su rostro hasta que sus amigos se dieron media vuelta. Ahora debía estudiar y dejar de sucumbir ante las ideas locas de sus amigos respecto a que algo malo le podía pasar.

Es decir, después de todo se caracterizaba por ser un buen samaritano. Siempre ayudando a los ancianitos a subir las escaleras o cruzar las calles, siempre donando dinero a fundaciones o cediendo su asiento en el autobús cuando una mujer embarazada se subía.

Alas y Tridentes. (ChanKai/KaiYeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora