La erótica imagen de la muerte.

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—Entonces... ¿Qué sugieres?


El hombre de cabello negro y mirada severa tenía sus brazos cruzados sobre la mesa y el cuerpo inclinado hacia el frente; había sido lo suficientemente cuidadoso al momento de hablar como para que nadie que estuviese a su alrededor, a excepción de quién era el receptor esperado de sus palabras, pudiera escucharlo, ni siquiera las tres chicas que estaban sentadas en la mesa de al lado hablando sobre cualquier tema humano e irrelevante.

Se humedeció los labios y el hombre pelirrojo frente a él dio una mirada rápida hacia el muchacho de la cafetería que los había atendido y que ahora les traía un par de tazas de café. Esbozó una sonrisa, guardando su respuesta por un momento.


—¿Azúcar? ¿Endulzante?


El muchacho de cabello castaño claro les preguntó con inocencia, moviendo la cabeza para mirarlos a ambos.


—Yo no. Gracias. ¿Tú, ChangMin?


El pelinegro apoyó la espalda en el respaldo de aquella incómoda silla, indicando con su mano a ChangMin que, de igual modo, negó, sonriendo más ampliamente hacia el muchacho que no tardó en sonrojarse.


—No, gracias. Cualquier cosa te llamaremos, ¿si?


Dijo con simpatía, a lo que el muchacho asintió sin decir nada y se fue de allí abrazando la redonda bandeja negra. Hubo un momento de silencio antes de que el pelinegro bufara.


—¿Estás coqueteando con un chiquillo? Dios. Los demonios no tienen remedio.


Volvió a ser cuidadoso a la hora de hablar, retomando su posición anterior aunque ahora con ambas manos envolviendo la taza blanca que se veía pequeña entre sus manos. ChangMin rió, imitando aquella posición.


—No estoy coqueteando. ¿Para qué lo haría si con Jae tengo más de lo que merezco?


Se encogió de hombros el demonio, dándole una mirada llena de diversión a su amigo mientras se acercaba la taza de café y le daba un pequeño sorbo. El ángel rodó los ojos.


—Volvamos al tema principal.


Aclaró el pelinegro en lo que se quitaba la negra bufanda y abría su abrigo color beige.

ChangMin frunció el ceño de inmediato.


—Es una locura, lo sé, pero debemos unirnos, YunHo. Ya hay demonios atacando a los de su propia especie, y es cuestión de tiempo para que los ángeles hagan lo mismo.


El susurro lleno de urgencia hizo que YunHo alzara las cejas. El ruido de la cafetería fue lo único que existió entre ellos dos en ese momento en que la tensión cayó e hizo que se mantuvieran estáticos en su lugar. ChangMin con una mirada llena de preocupación, YunHo completamente sorprendido.

El pelinegro tuvo que darle un largo sorbo a su café antes de poder hablar, aclarándose la garganta.


Alas y Tridentes. (ChanKai/KaiYeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora