ChanYeol, el grandote que no sabe lo que siente.

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Intentar averiguar qué carajos era aquello, no estaba dentro de sus opciones.

Lo mejor que pudo hacer dentro de todo aquel caos que le rodeaba y que le tenía con los nervios crispados por el pánico, fue "arrastrarse" por el sofá para alejarse lo mayormente posible de aquel hombre, espíritu, demonio o la mierda que fuese y que, para su suerte, se movía con lentitud.

Aunque también era una suerte que la luna llena decidiera mostrar su mejor rostro en ese momento después de haber estado tantas horas cubierta por las cargadas nubes. Ahora tenía la opción de ver la mierda que estaba acechándolo. 

Aquel ser frente a él parecía ser una especie de sombra lo suficientemente densa como para que se viera como de carne y hueso, aunque aquello era biológicamente imposible porque... ¡Dios! ¿Quién mierda hecho de carne y hueso tenía cuencas oculares completamente blancas? Por la mierda, aún no se podía acostumbrar a estas estupideces.

Tragó saliva con pesadez cuando aquella criatura ladeó la cabeza y esbozó una sonrisa que consistía en el mismo blanco de sus "ojos". 

Medían exactamente lo mismo y tenían una contextura corporal muy similar, aunque ChanYeol se podría describir a sí mismo con mejor físico, pero no era momento para eso, no cuando veía casi en cámara lenta como el tipo aquel pasaba una de sus piernas por sobre el respaldo del sofá con toda la intención de acercarse a él. Ni estúpido lo iba a permitir.

Sus muñecas ardieron pero sólo en una apareció la cadena que se unía a la pistola dorada que le pertenecía, en la otra muñeca no sucedió nada y eso lo hizo sentir algo desprotegido.

Quizás debería despertar a JongIn.

Miró de reojo hacia la cama del moreno, apuntando con la pistola hacia la criatura; desde ese ángulo podía ver solamente el bulto de los pies de JongIn, pero una bocanada de aire quedó atorada en su garganta cuando una fría y huesuda mano le tomó del mentón, ejerciendo la presión suficiente para que entendiera que debía volver la mirada al frente. Soltó un quejido que más bien sonó como un lloriqueo.

Todo su cuerpo se congeló en ese instante. Y es que... ¿Cómo aquel maldito ser se había movido tan rápido? Fue sólo una fracción de segundos en la que le sacó los ojos de encima y, mierda.


—Él será mi cena. Así que... Adelante, despiértalo para mí. Prefiero comer mientras aún respiran.


Y una voz gélida fue la que provino de aquel demonio (suponiendo que era un demonio, porque él también es un demonio pero no es así de tenebroso, ¿verdad?) el problema de todo aquello no fue la voz, sino que el hecho de que en ningún momento los "labios" del ser se movieron para pronunciar alguna palabra. La sonrisa se mantuvo ahí, intacta, calando hondo en sus huesos.

Oh. Dios. ¿Por qué?

Ahora no estaba tan seguro de si debía o no despertar a JongIn.

Uno de los dos moriría si hacía eso, ¿no es así?

Quizás no debas ser tan pesimista, ChanYeol.

Buen punto, cabeza...


—Joder. Que no haya paz ni para masturbarme.


Y a pesar de la frase, fue hasta emocionante escuchar la voz de JongIn.

ChanYeol alzó la mirada y se encontró con el brillo de la espada del moreno que estaba parado al final de la escalera y, supuso él, con cara de poco amigos, y es que su rostro estaba en penumbra gracias a que le estaba dando la espalda al enorme ventanal del loft.

Alas y Tridentes. (ChanKai/KaiYeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora