Detalles escondidos.

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Era irónico decirlo, pero abrir los ojos costó un esfuerzo sobrehumano. Sus párpados parecían pesar toneladas, y hasta el más mínimo músculo de su cuerpo reclamaba en gritos desesperados por el intenso dolor que sentía. Casi como si lo hubiesen golpeado con palos mientras estaba inconsciente.

Miró detenidamente de un lado a otro en un intento de reconocer el lugar dónde se encontraba, pero no parecía estar dentro de su archivo de recuerdos.

Un galpón frío y oscuro, con sólo una ventana que permitía que débiles rayos de luna se filtraran, le recibió de una manera desagradable, con un intenso olor a cigarrillo, humedad y sangre, definiendo el ambiente como algo insoportable y molesto. Una gotera se podía escuchar a lo lejos, y una débil corriente de aire entraba por alguna parte hasta calar en sus huesos.

Recién en ese momento se percató de que estaba desnudo de la cintura hacia arriba. No, de hecho, recién en ese momento fue consciente de en qué condiciones se encontraba.

El cemento bajo su cuerpo se sentía sumamente duro, su espalda, apoyada contra un pilar de fierro, aumentaba aquel dolor muscular en su desnuda espalda. Sus manos, llevadas hacia atrás en una incómoda posición, estaban atadas con lo que parecían ser cadenas del otro lado de aquel pilar. Sus piernas adormecidas al estar dobladas en la posición de flor del loto.

¿Qué mierda había...?

Y los recuerdos llegaron a él como un balde de agua fría.

Mierda.

¿Dónde estaba JongIn?

En un intento estúpido quiso ponerse de pie, pero apenas estiró las piernas para apoyar los pies y así impulsarse a levantarse, un intenso dolor atacó sus piernas hasta hacerlo caer fuertemente los escasos y casi nulos centímetros que se había levantado.

Soltó una maldición, la misma que quedó perdida tras una burlesca risa que se dejó escuchar.

Al levantar la mirada se encontró con Luhan. ¿Quién lo diría? El rubio reía a carcajadas -no había que ser un genio para saber que se burlaba de él- mientras se sostenía el estómago con ambos brazos e inclinaba su cuerpo hacia adelante en una exageración grotesca y desagradable.

ChanYeol frunció el ceño pero guardó silencio, mirando con detenimiento a aquel chico que tantas veces había visto rondando a BaekHyun y que, ahora, se acercaba a él con pasos lentos y firmes.

Imbécil.

—Que alegría verte, Park ChanYeol. —dijo el rubio con tono malicioso, dándose ligeros golpes en una de sus manos con aquella paleta de madera. ChanYeol rodó los ojos.

—No puedo decir lo mismo, Luhan. Una lástima. —cada maldito rincón de su garganta dolió al momento de hablar, volviendo su voz más grave y rasposa, pero la preocupación por saber de JongIn le tenía en un estado de "me importa una mierda todo" así que terminó por encogerse de hombros y dedicarle una sonrisa de lamentación al que, ya sabía, era un ángel.

Luhan se detuvo frente a él, arqueando una ceja, cesando el jugueteo que tenía con aquella paleta de madera.

Objeto que no le daba un buen presentimiento a ChanYeol.

—Lástima, sí. —murmuró el rubio con un tono fingidamente dulce. Un asco. —Porque de todos modos me tendrás que ver, ChanYeol. Y... —entrecerró los ojos. ChanYeol contuvo la respiración. —no sólo ver, sino que también sentir.

¿A qué mierda se refería?

ChanYeol tragó saliva con pesadez, sin dejar de enfrentar al chico de armoniosas facciones.

Alas y Tridentes. (ChanKai/KaiYeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora