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• El despertador del móvil de millie sonó, haciendo a la recién nombrada estirarse entres sus sábanas, rogando por qué no tuviese que levantarse al coger el teléfono.
Y si os preguntáis por el beso de Finn y Millie, efectivamente pasó, pero en la cabeza de la chica.
Era la cuarta vez de ese mes que millie soñaba con Finn.
Lo que significaba que era la cuarta vez que se caía de la cama, porque si, el sueño siempre acababa con una chica dejándola inconsciente y ella se despertaba en el suelo de su habitación.
Millie no lograba entender que significaba aquello.
Era un sueño muy frecuente, demasiado.
Dejó de lado sus pensamientos y se metió a la ducha, dispuesta a ir a clase.
Se vistió con un pantalón vaquero ajustado negro, y una camiseta que ella decía que era de los años 80. Millie siempre decía que si pudiese vivir en otra época, sin duda serían los 80.
Le encantaban los peinados y la extravagante ropa que llevaban, simplemente la fascinaba.
Le hubiese encantado ir con su bicicleta en medio de la carretera y con su peto, sin tener preocupaciones.
Una vez estaba lista, puso en marcha su camino. La primavera estaba comenzando a venir, aunque aún no hacía calor, se estaba mejor que en pleno invierno.
La estación preferida de millie siempre fue el invierno. Le encantaba tumbarse en su cama junto a Finn, está apoyaba su cabeza en el pecho de Finn, y se quedaban así por horas, a veces veían películas que casi siempre elegía la castaña, y otras veces simplemente se quedaban viendo las facciones del otro. Cuando estaban juntos el tiempo de paraba, y no importaba nada más. Eran ellos contra el mundo, sin nadie más, sin importar lo que dijesen los demás.
Cuando no se quedaban en casa, millie y Finn solían ir al bosque donde se conocieron, y se quedaban hablando en su cabaña, aunque la mayoría de veces aquellas charlas acababan en guerras de bolas de nieve.
Pero sin duda alguna, la parte favorita del invierno, era la Navidad. Esa época donde el amor es más sincero, y los sentimientos se escapan de nuestros cuerpos. Millie y Finn siempre celebraban Navidad juntos. Solían cenar, para después quedarse bailando bajo la nieve hasta la madrugada.
Finn seguía recordando cómo hace dos años, millie se había vestido con un vestido negro poco escotado que dejaba ver su delicada figura.
Sin duda ese día millie era arte, hasta la castaña le dio la razón a Finn.
Y millie no era la excepción, Finn siempre llevaba el mismo traje negro que volvía loca a Millie. También se veía como arte.
Millie y Finn separados podían ser un poco torpes, ambos, pero en cuanto se juntaban eran magia, fantasía.