Empezar de cero en Denver no fue tan difícil, a los dos días de mi llegada conseguí un trabajo de mesera en un restaurante de comida rápida y un pequeño departamento en los límites de la ciudad cercano al bosque, lo que me daba más tranquilidad pues no era un lugar muy concurrido.
Empecé a llevarme bien con los otros empleados del restaurante, sin embargo no podría llamar esa relación amistad... no quería amigos, no quería poner a mas gente en peligro. Todos los días pensaba en Nikki y Sadja deseando que estuvieran bien. Compre un teléfono celular y en Navidad me vi tentada a mandarles un mensaje, pero el temor de ser encontrada por Velkan y perderlas como perdí a Daniel me detuvo.
Corte mi cabello a los hombros, me bañaba con jabón neutro, incluso comía diferente con la intención de que mi aroma corporal no lo atrajera a esta ciudad.
Todo transcurrió con normalidad por unos meses, empezaba a tranquilizarme, a hacerme a la idea de que tal vez, solo tal vez, Velkan se habría dado por vencido...
Viernes 09 de Marzo...
Llegue unos minutos antes de la hora de entrada al trabajo, por suerte ya estaba María, era la gerente del lugar. Tenia piel morena y unos ojos en forma de almendra de un color café claro, era con quien mejor me llevaba en el lugar, sus bromas y acento latino mas de una vez me metieron en problemas con los clientes.
-Buenos días.-dijo con una sonrisa. –Vaya frío eh?.- talló sus manos mientras se servía una taza de café.
-Ya sé.- contesté mientras me retiraba la bufanda y abrigo para colocarlos en el perchero detrás de la caja resgistradora.- Asi son todos los inviernos?.- pregunté.
-Ha habido peores.- me dijo con una mirada de cansancio.- Esto no es nada, pronto pasara.
Solo le sonreí y terminé de colocarme mi uniforme y amarrar mi cabello en una pequeña coleta.
Me acerqué a la entrada para retirar el seguro de la puerta y colocar el letrero que indicara que ya estábamos en servicio. Comencé a limpiar las mesas cuando escuché como sonaba la campana que estaba arriba de la puerta, que nos indicaba cuando algún posible cliente ingresaba al restaurante.
-En un momento le atiendo.- dije sin mirarlo, coloqué el limpiador y la esponja debajo de la loza y regresé a la mesa que ocupaba la cliente que me daba la espalda.
-Que es lo que desea para desayunar?.- pregunté mirando al cliente. Usaba un gorro color lila y mechones rubios caían sobre sus hombros por lo que supe de inmediato que era una mujer.
-Hay algo aquí que no sean carbohidratos o grasa?.- preguntó mirando el menú y pude escuchar una ligera risa.
- Mmmmm si... café.- contesté irritada ante su pregunta.
Cuando alzo la mirada para contestarme quedé petrificada.
-Nina.- dijo con los ojos abiertos de par en par.
-Sadja.... Que...que haces aquí?.- dije dando unos pasos hacia atrás sin poder creer lo que estaba viendo.
-Nina!.- volvió a decir en un susurro, cuando se levantó de la mesa para rodearme con sus brazos y soltarse a llorar, no pude hacer mas que responder su abrazo y cerrar mis ojos que ahora sentía húmedos ante las lágrimas que empezaban a formarse. La había extrañado más de lo que pensaba.
Despues de un rato termino con el abrazo y se alejo un poco de mi para mirarme con una sonrisa.
-Dios!.- dijo mientras limpiaba sus ojos con las manos.- Haz cambiado muchísimo Nina.
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Mía.
VampireEmilio Garcia un periodista reconocido de la ciudad de Nueva York tiene que entrevistar a Nina Santino, una bella chica procedente de Rumania que, segun le dijeron, tiene algo mas que una buena historia para contar, para el final de la noche, Emilio...