Cuarenta y cinco.

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Lately, our conversations end 
Like it’s the last goodbye.

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—Dame una empanada de mechallada y le echas burda de salsa—le dije a la chama.—ah, y una malta.

Sonreí, esto era lo que necesitaba.

Vine a un puesto de comida venezolana en Los Ángeles para volver a revivir y sentirme un poco en mi patria.

Me entregaron mi empanada y me dirigí a una mesa a comer.

Me entregaron mi empanada y me dirigí a una mesa a comer

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Esta vaina si está buena oyó.

—Hola—sonrió un chamo muy guapo que se sentó delante de mí.

Pero hola vale, yo me llamo Lucia pero tú dime mi amor.

Deja la putería Lucia.

Como dice mi mamá "la putería no se acaba, solo se duerme por un tiempo"

Muy sabia.

—Epale—sonreí amistosa.

Tengo que tener más amigos, eso no puede ser un delito. Literal solo tengo a Valeria y River.

—¿Cómo te llamas?—dijo tratando de romper el hielo.

—Lucia, ¿y tú?—mordí mi empanada sin asco.

Que esté socializando no detiene mi amor por las empanadas.

—Mi nombre es Oliver, ¿eres venezolana?—dijo dudoso.

—No tengo tatuada Venezuela en la frente porque me dan miedo los tatuajes—giré los ojos.—¿tú?

—Nací allá pero toda mi vida la he pasado aquí, literalmente aún no la conozco en persona.

Interesante.

—Te pierdes mucho.

—Tú igual, quiero decir, también estás aquí ¿no?

Corta nota.

Ya me deprimí.

Touché.

Él soltó una carcajada que me hizo reír también, es contagiosamente agradable.

Quizás lleguemos a ser buenos amigos.

Venezuelan Internet Friend »l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora