A la mañana siguiente me desperté por el increíble invento con el molesto pitido, ¿tan aburrido estaba el creador del despertador como para hacer semejante idiotez?
Me levanté a duras penas revolviendo me en la cama, pareciendo que estaba poseída por el mismísimo diablo. Me quedé sentada a lo indio (con las piernas cruzadas) mientras intentaba ver algo reconocible entre la espaciosa habitación, ya que, tenía los ojos muy nublados.
Parpadeé varias veces tras refregarme los ojos con las manos echas puños y me dispuse a girar, quedando mis piernas colgando del colchón de la cama y miraba hacia mi reloj. "7:00" se veía en color rojo los números sobre la pantalla negra. Parece que de momento voy bien de tiempo así que busqué con los pies las zapatillas de andar por casa y me levanté lentamente.
Tenía la sensación de que se me olvidaba algo, pero algo que no se me debería olvidar ya que es muy importante pero no sé el qué. Me dirigí a abrir la puerta del baño y encendí el interruptor que había pegado a la pared. Me miré en el espejo y ví un post-it verde fosforito, ya que allí es donde pongo mis recordatorios y lo desdoblé lentamente.
"Estudiar las actividades de este año para el insti, si todavía no los has hecho, corre coño! No sigas leyendo esto! Estás perdiendo tiempo..."
Joder, como se me podía haber olvidado? Me metí en la ducha rápidamente, lo suficiente como para despejarme y me lavé un poco el pelo, mojándolo simplemente.
Al salir me enrosqué una toalla color crema en el cuerpo y me peiné el pelo rápidamente, a la vez que frotaba con una toalla más pequeña los mechones ceniza que salían de mi cabeza.
Al final me dejé el pelo más o menos húmedo y recojido en una coleta alta, sujetado por una de estas gomas de plástico "rizadas".
Una vez de vuelta en mi habitación, urgué en mi armario para encontrar algo más o menos formal sin que fuese una falda y encontré esto:
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Me lo puse rápidamente y volví a mirar la hora en la pantalla de inicio de mi teléfono, "7:15" aparecía está vez. "No está mal" pensé para mí misma mientras me sentaba en la mesa y abría el enorme fajo de papeles con letras minúsculas inundando cada página.
¿Por dónde empezar? Me dije a la vez que leía por encima y rápidamente cada hoja. Un montón de excursiónes y obras de teatro eran puestas para cada curso.
¿Genial, como me voy a acordar si en todos los cursos es lo mismo? Maldita sea la imaginación del profesorado escolar a la hora de escoger las mismas actividades para cada curso.
Pero un ruido me sacó de mis pensamientos, la alarma de las 8 menos cuarto.
-ME CAGO EN MI...- dije alterada ya que no me daba tiempo a llegar ni a estudiarmelo
