-- Bueno, ¿Y quieres que te ayude? Porque ya lo siento, pero no soy de dar consejos -- confesé sincera.
Hice una mueca al recordar el mal consejo que le di a mi propio primo. Y digamos que no le fue muy bien.
Despejé mi mente para observar a Daniel restregando sus manos por su cara, terminando en un tirón de pelo frustrado.
-- Ey, no te estoy desanimando, si quieres decírselo puedes ir y...
-- No, no. Eso está bien. Solo que no sé cómo decírselo, ni cuando, ni si quiera si sentirá lo mismo -- puso su mirada en el suelo, pensando seguramente en ella.
Wow, no pensaba que la gente podía estar así por alguien.
Bueno, yo...
-- Hum... -- hice amago de pensar. -- Podrías empezar con un: Qué tal señorita, la veo perfecta y me gustaría que fuese mi novia. -- puse voz de hombre del siglo diecisiete. Al menos le hice reír.
-- No creo que eso cuaje -- hizo un mohín con los labios.
-- No, yo tampoco -- dije esbozando una ligera sonrisa.
Entramos en un cómodo silencio por el que pasaron diferentes personas por delante de nosotros. Todos parecían ir a lo suyo, tanto que casi pisan mi mochila, que yacía en el suelo.
-- ¡Mira por dónde vas! -- grité enojada al chico que iba con el móvil de la mano, ganándome su quejido.
Tarifa me miró espectante.
-- No puedes ir así por la vida -- me dijo, negando con su cabeza.
Demasiados reproches había tenido ya, como para tener ahora uno suyo.
-- He ido así siempre. Dime, ¿Qué cambia en que siga yendo así ahora? -- respondí sarcástica.
Acerqué mi limonada hacia mí cuando se me ocurrió una idea.
-- ¿Y si la invitas a ir al cine? O dar una vuelta. No parecerá una cita. -- me encogí de hombros. -- Por lo menos ahora, que ninguno sabemos si a ella también le gustas. -- aclaré tras pegar un sorbo a la bebida.
-- Bueno, no veo por qué no -- se estiró tras bostezar. -- ¿Pero qué le digo? -- puso otra voz, distinta a la suya. -- Oh Claudia, me gustas tanto que conviertes en risa mi llanto. --
-- ¡Dou! Buena esa improvisada, pero no, ¿qué tal con un simple 'me gustas'? -- ofrecí asegurándome de que Sergio y Claudia seguían ocupados como para venir y oírnos.
-- Lo haces todo tan fácil... -- dijo observando cómo las burbujas del refresco subían.
-- Vosotros lo hacéis demasiado difícil -- me encogí de hombros.
-- Bueno... Si tú lo dices --
-- ¿Y si practicamos? Yo hago de Claudia y tú me dices lo que la dirías -- me ofrecí voluntaria a ayudar. No lo hacía en clase, pero para esto era la primera.
Él se rascó la nuca, pensando algo.
-- Desde el día en que te vi, me encantaron tus ojos, tu boca, tu todo. -- se metió en el personaje, cogiéndome las manos sobre la mesa. -- Pero eres solo tú por la que siento algo más. Y, enserio, sé que hay mucho mejores que yo, pero yo puedo darte lo que pidas y más. Porque me gustas, así de fácil. -- acabó con un brillo en los ojos verdosos.
Caramba, realmente le gusta. Ojalá alguien así me dijera tal cosa.
Desenredando nuestras manos lentamente, las devolví al calor de mi sudadera y el a su pelo desordenado, que pendía salvajemente.
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Mi Más Bonita Casualidad || Shooter
Fanfiction✨ Duele porque jode, no porque importa ✨