Una serie de mini fics que contienen diferentes momentos, escenas, ships y otras ocurrencia de VLD, con el solo propósito de entretener.
Principalmente comedia, no-canon y un poco lenguaje inapropiado.
Contenido levemente inapropiado para menores...
Después del terrible y desastroso rescate del rey Lubos sobre el ejército Galra, el pueblo Olkari se encontraba devastado por la penosa realidad de su antiguo líder, pero motivado ante un posible y mejor futuro. Ellos estaban dispuestos a luchar por conseguir su libertad.
Mientras las fuerzas Olkari se preparaban para atacar las fuerzas de Zarkon en sus ciudades, los paladines de Voltron se reagrupaban para enfrentar el nuevo enemigo.
–Muy bien, chicos – dijo Shiro a través del comunicador a los demás paladines en su respectivos leones –. Nos ocuparemos de ese cubo, formemos Voltron antes de que lleguen las fuerzas Olkari a la cuidad. Sin más sorpresas.
– Escuchaste eso ¿eh, Keith? – se burló Lance recordando como apenas una hora, el paladín rojo tomó en secuestro la supuesta víctima que debían rescatar.
– ¡Arg! ¡¿Ya quieres olvidarlo?! – respondió Keith con un leve gruñido.
– ¿Es cierto que alzaste tu espada contra el mismo cuello de Lubos? – preguntó Pidge, la única ausente en el recate.
– Fue una medida desesperada – soltó el paladín rojo sin tratar de darle importancia.
– "Desesperada" se queda corto para describirlo –comentó Hunk aún impresionado por lo sucedido.
– Hey, no es para tanto –pidió Keith fastidiado con el tema –. Es solo algo que aprendí a hacer en estas situaciones.
– ¿Dónde quiznak aprendiste algo por el estilo? – preguntó Lance con verdadera curiosidad.
– Lo aprendí cuando vivía en la calles...
– Wow ¿viviste en las calles? – se sorprendió Hunk.
– Hay muchas cosas que no saben de mi vida – soltó Keith sin darle importancia –. Algún día tal vez les cuente al respecto, como la vez que apuñale a un policía.
– ¡Keith! – exclamó alarmado Shiro por el comunicador.
– ¡Él me apuñaló primero! – se defendió el paladín rojo mientras varios de sus compañeros soltaron una carcajada.
– ¿Por qué no me sorprende de ti? – musitó Lance entre risas.
Era una suerte que Keith no tuviera activado su pantalla o habrían visto lo rojas que se habían puesto sus mejillas.
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