Consuelo

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Pasaban ya varios ticks y Lance no abandonaba su habitación. Había pasado el suficiente tiempo para preocupar a Hunk. Ambos se conocían ya desde hacía bastante tiempo y se podía decir que Hunk podía leer al joven cubano más fácil que las líneas en su mano. Sabía que algo no andaba bien con Lance y sentía que debía hacer algo por él.

–¿Lance? –lo llamó débilmente a través de la puerta de su habitación –. ¿Puedo entrar?

No hubo respuesta y aunque no esperaba ninguna desde un principio, no pudo evitar preocuparse. Así que entró en el cuarto de Lance, para encontrarlo recostado bocabajo en su cama abrazando fuertemente una almohada contra su rostro. Era duro verlo afectado de esa manera, solía siempre estar lleno de vida y emoción que prácticamente rompió el corazón del paladín amarillo.

–Hey, amigo –le dijo colma al sentarse junto a él en la cama. Lance no reaccionó –. ¿Qué pasa?

El joven abrazó con más fuerza su almohada.

–¿Sigues molesto por lo que dijo Keith?

Sin decir ni una palabra o alzar la mirada, Lance movió la cabeza afirmativamente.

–Pero sabes que no lo dijo en serio –le explicó Hunk con una leve sonrisa poniendo su mano en el hombro del otro –. Esta molesto... bueno, más de lo normal. Es probable que no piense eso realmente de ti.

El cuerpo de Lance se estremeció un poco.

–Estoy seguro que nadie lo piensa. Yo no lo pienso, Shiro no lo piensa, Pidge no lo admitiría pero tampoco lo piensa. Y Keith... solo fue un mal día.

No hubo más respuesta, conmoviendo aún más el corazón de Hunk mientras frotaba afectivamente la espalda de Lance.

–¿Hay algo que pueda hacer para hacerte sentir mejor?

Por unos cuantos ticks el silencio continuó, hasta finalmente Lance dejo escapar algunos gruñidos ilegibles.

–No digas más –dijo el joven moreno entendiendo perfectamente los deseos del paladín azul y prácticamente lanzándose sobre él en la cama, para darle un fuerte abrazo rompe huesos.

Un leve quejido salió de la boca de Lance en lo que el colchón chirriaba ante el peso extra.

–¿Mejor? –preguntó Hunk con el rostro pegado al hombro de su compañero.

–Mucho –musitó éste débilmente.  

Tengo en la mente muchas versiones de éste momento

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Tengo en la mente muchas versiones de éste momento.

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