Parte Uno

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Desde adentro podía escuchar el sonido de los truenos retumbar en el cielo. Cada tanto que aquel sonido espantoso se hacía presente, yo brincaba del susto en mi lugar. Era un sonido que no me agradaba del todo, puesto que me colocaba nervioso. Pero, aún así, el sonido de las gotitas de agua cayendo del cielo y chocando contra el suelo, me reconfortaba un poco. La lluvia me gustaba mucho, el sonidito constante que producían las gotitas me lograba apaciguar y relajar.

Faltaban pocas horas para que la oscuridad de la noche se esfumara, volviéndome a mi triste realidad y desvaneciéndose con ella, mis pocas esperanzas de una vida plena y completa como la de todos ellos allá afuera. Aún no quería que la noche terminara. La verdad ni si quiera me percate del tiempo que pasó de forma demasiado espontánea.

Lluvia linda... Dulce lluvia linda, especial y melancólica. Eres mi única compañera ¿Sabes?

Las palabras brotaron solas de mis labios en un susurro, con una pequeña sonrisita soñadora colándose en mis facciones mientras limpiaba uno de los estantes del local con un trapito rojo. Estaba arriba de una pequeña banquita, tratando de alcanzar hasta el último rincón del estante puesto que no quería dejar ningún rastro de polvo en él, para mi dueño. Usualmente siempre hacia esto cuando el tiempo de la noche trascurría amena como método simple de distracción, mientras mi mente se llenaba de conjeturas, dudas y reflexiones de todo lo visto por mí durante el día desde mi vigorosa vitrina.

He notado, con el paso del tiempo, que mi dueño tiene múltiples cosas extrañas aquí. Como joyerías bastantes valiosas provenientes de lugares lejanos, pociones de colores distintos y extraños, amuletos que supuestamente son de buena suerte, cosas usuales de magia y algunos que otros animales disecados. Esto último, no me gustaba en absoluto, porque me asustaba darme cuenta que esos pequeños animales parecieran estar observándome dentro de sus vasitos de cristal, así como yo observo a los demás humanos desde mi vitrina y esto, es bastante irónico, bizarro y hasta puede llegar a ser bastante aterrador para mí.

Mi pálida mano ha tomado un frasco de un raro líquido anaranjado y paso el trapito rojo por su contorno, limpiando el polvo que se ha adherido a este.

E inevitablemente, el recuerdo de aquel castaño regresa a mí.

Supuestamente, yo había estado tratando los últimos minutos, de olvidarlo. Pero, veo que no ha funcionado en lo más mínimo. Es como si se me hiciera completamente imposible completar con esto. Siempre hay algo que me recuerda a aquel castaño. Como ahora, el tonto color anaranjado del líquido de este frasco me recuerda a sus ojos ¿Cómo? No tengo idea, es demasiado relevante que cualquier mínima cosa aunque no tenga nada de relación, me recuerde a él.

Y no lo niego, me gusta pensar en él y más ahora que ha fijado su atención en mi diferente personalidad, aunque tristemente sólo haya sido durante un corto lapso de tiempo. En verdad ansió que vuelva mañana, que me hable, que diga lo que sea pero que me haga el honor de poder escuchar su tan varonil voz. Y ojalá alguna noche viniera a visitarme para que así, yo tenga la dicha de oír su voz más claramente y sentir su cuerpo, con mis cinco sentidos humanos bien alertas.

Está bien, Gerard, deja de soñar tan alto...

Tras un suspiro profundo, dejo mi labor de limpiar y miro al vacío con una mueca de inconformidad sobre mis labios. Bajo de la banquita en la que estoy trepado y siento como la fría textura del suelo se cuela por mis pies desnudos, muevo mis dedos contra el suelo por la agradable sensación que ese mínimo contacto me provoco y sonrió levemente.

Oh castaño lindo. Dime ¿Qué me has hecho? Acaso... ¿Me has hechizado?

Pregunto al aire, dejando el trapito rojo con el que limpiada, en algún lugar -que no importa mucho-, para después dirigirme hasta la puerta principal del local en el que me encuentro. Recargo mi espalda desnuda contra la puerta, estremeciéndome grácilmente por la frialdad de esta y me dejo caer lentamente hasta que toco el suelo para poderme sentar más cómodamente. Miro todo a mí alrededor y encojo mis piernas contra mi pecho mientras rodeo a estas con mis brazos, proporcionándome a mí mismo, un calor extra a mi cuerpo desnudo.

Human-Doll; frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora