Capítulo 15

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Alex


El lugar comenzaba a sentirse más abarrotado y no podía dejar de mirar a la gente que entraba por la pequeña puerta, amontonándose a mi alrededor mientras gritaban cosas que no intenté entender, solamente preocupado en todo el aire que estaban consumiendo. Entonces comencé a sentirme asfixiado.

—¡Alex!— Hannah gritó, a mis espaldas y volví la vista al frente justo para observar el puño que se estrelló directo en mi pómulo izquierdo.

Retrocedí un par de pasos ante el impacto, hasta dar con las vallas que limitaban el pequeño círculo del ring. No me dolió, tenía la mitad del rostro entumecido, incluso cuando sabía que el labio me sangraba, a penas podía percibir un ligero cosquilleo.

—¡¿Estás bien?!—Gritó junto a mí, alcanzando mi brazo, mientras oía los bramidos detrás. Asentí, mientras ella utilizaba mi playera para limpiarme el rostro. —Deja de distraerte, aposté los últimos mil dólares aquí.

—Dijiste que la pelea era en la playa.— Solté, justo con los restos de sangre que se me habían acumulado en la boca.

—Da igual. Tiene un cojeo en la pierna derecha, y parece tener la visión periférica comprometida, por eso solo te mira de frente.— Masculló un poco más cerca de mi oreja y sus uñas se clavaron en mi espalda cuando me dio un empujón de regreso al centro.

Miré al sujeto, como respiraba con dificultad mientras se secaba el sudor de la frente con el antebrazo y me moví de un lado al otro, al rededor del pequeño espacio, observando como su cuerpo se movía conmigo, siempre mirando al frente.

<<Ella tenía razón>>

La pelea se había extendido quince minutos ya, y si le derriba en menos de tres golpes podía llevármelo todo. Él ya me había golpeado dos veces, así que antes de darle tiempo a pensar me abalancé sobre él, agachándome cuando atacó directo a mi rostro, y dando un giro sobre mis pies me encontré a su lado, sin siquiera darle tiempo a verme cuando mi pierna se enredó en la suya y cayó de espaldas, con un sonido seco en el suelo, terminado cuando me incliné sobre él y le aticé un puñetazo justo en la cien.

Algunos gritaron, otros silbaron, incluso escupieron al rededor cuando me puse de pie y observé como Fox, fuera del círculo, recibía un montón de billetes al tiempo que un tipo la rodeaba con el brazo. Ella frunció el ceño.

—No la toques.— Me aproximé dándole un empujón y tomando el montón de billetes de la mano del organizador, sin darle tiempo a nada más.

—¿Cuál es tú problema?— El tipo se adelantó, hasta que su frente chocó con la mía y los gritos volvieron a estallar al rededor.

El lugar estaba sofocado y ya había comenzado a tener migraña. Ella puso ambas manos en mi pecho y me dio un fuerte empujón, haciendo que la viera extraño.

—¡Yo puedo defenderme sola!— Gritó sobre el otro montón de voces que volvían a pedir por una nueva pelea y contuve la necesidad de decirle alguna cosa, viendo como ponía esa mueca insoportablemente terca.

—Vámonos de aquí.— Dije simplemente, rodéandole la cintura con mi brazo mientras apartaba el otro montón de cuerpos y la empujaba a la salida, tratando de ignorar el sermón que ya había comenzado a soltar.

—No me trates como a una jodida princesa en peligro. Sabes que odio eso.

—Ya.

Cuando salí del sótano y el viento fuerte me golpeó el cuerpo acalorado, inspiré profundamente sintiendo un ligero alivio. Ella se plantó juntó a mí, tendiéndome la playera que se me había manchado ligeramente con sangre y se cruzó de brazos, con el montón de billetes arrugados entre las manos.

Sin ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora