Capítulo 6

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Alex


Un chorro de sangre se estrelló en la pared cuando mi puño alcanzó la quijada del sujeto pero antes de darme cuenta sacudió la cabeza y escupió a un lado, volviendo a lanzarse sobre mí. Ambos caímos sobre el pavimento y las pequeñas piedras se me clavaron en la piel.

—¿Es lo mejor que puedes hacer?— Bramó sobre la multitud que me rodeaba y de una patada me lo quité de encima.

El círculo de cuerpos gritaba, reía y aclamaba a mi alrededor mientras volvía a ponerme de pie, dándome cuenta que estaba mareado cuando me tambaleé con un insoportable dolor de cabeza.

—¡Ponte de pie!— Se escuchó la voz a través de un megáfono a mis espaldas, empujándome al centro y en ese momento el tipo aprovechó para volver a lanzar un golpe que se estrelló directamente en mi rostro, haciéndome caer, otra vez.

No sabía cuanto tiempo había estado ahí. El sol comenzaba a ocultarse y no podía sentir el rostro. Los sonidos se mezclaban en mi cabeza, aturdiéndome sin dejarme pensar con claridad, pero al menos había ganado un par de cientos de dólares en las últimas peleas.

<<Levántate>> pensé, mirando al suelo fijamente, viendo como las hotas de sudor se hundían en las heridas de mis nudillos mientras la sombra de mi oponente se aproximaba por detrás.

La bota se enterró en mis costillas y solté un gemido, volviendo a caer, sintiendo como la saliva se entremezclaba con la sangre dentro de mi boca.

—¿Te das por vencido?— A penas escuché a otro tipo gritar, detrás de los insultos y los gritos del fondo.

Las manos me temblaban en señal que no iba a aguantar mucho más tiempo y casi pude escuchar la voz de Blake en mí cabeza decir "que no sabía escoger mis peleas".

—No.— Solté, irguiéndome lentamente y un par de manos me palmearon la espalda, lo que supuse que alguien había apostado por mí, después de todo.

<<A la mierda con Blake>> me dije, pero no importaba cuanto lo intentase no podía dejar de pensar en el episodio de la casa, en mi hermano luciendo completamente desquiciado, por primera vez en la vida y en Arnold.

Esos ojos, lucían exactamente igual y probablemente. El solo recuerdo volvía a hacerme sentir incómodo, y Blake, el siempre tan jodiamente tranquilo había actuado como un demente mientras yo me quedaba paralizado, ahí, otra vez. Nada había cambiado.

Un puño se enterró en mi estómago y le tomé del cuello para enterrar mi rodilla en su rostro. Soltó un quejido mientras la sangre comenzó a salir de su nariz como una catarata sin control y la multitud soltó otro rugido al ver al tipo caer de espaldas, inconsciente, en ese momento solté un suspiro observando como el tipo del megáfono se aproximaba al pequeño ring y tomaba mi brazo para levantarlo.

—Bien hecho, chico de la gran ciudad.— Soltó una risa, mientras me soltaba y se limpiaba la mano en su camisa con flores. —Aquí está tu premio.— Puso una bola de billetes en mis manos y fruncí el ceño.

—Me prometiste el doble.

—No, no ¿acaso en Nueva York no saben apostar?—Se encogió de hombros. —Mil dólares si lo derribas de un golpe, tú lo hiciste en dos, así que te quedas con quinientos.

—¿Es una puta broma?

—Puedes apostar para la siguiente.—Sonrió, mostrando los dientes oscuros y antes que se volteara le tomé de la camisa, acercándolo a mí rostro. —¡Oye! No te pongas violento. Así son las cosas, lo siento.

Sin ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora