Capítulo 33

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Alex


—Deberíamos regresar.— Oliver se quejó, por tercera vez en menos de cinco minutos, cuando otro grupo de cuerpos nos empujó contra el ring que se levantaba unos meros del suelo.

—Se te va a acalambrar la mano de tanto juguetear en el hotel.

—¡Ya te dije que no era verdad!

Fox soltó una carcajada pero dejó de reírse cuando la morena cayó al suelo, hundiendo su rostro en el lodo, mientras la rubia se sentaba sobre su espalda y le sujetaba de larga trenza, levantando su rostro solamente para volver a estrellarlo en la porquería con tanta fuerza que la multitud al rededor saltó con festejos descontrolados.

—Demonios.— Oliver masculló haciendo que Hannah se volviera a mí, furiosa.

—Estas jodidamente loco si piensas que subiré ahí.

—Tú eres mejor que eso.— Le dije, señalando a la mujer que continuaba comiendo lodo en el ring. —Si pudiera lo haría yo, pero prometí no más peleas ¿recuerdas?

—¿Y quieres prostituirme?— Se quejó, cruzándose de brazos, caprichosa como siempre, aunque sabía que ya había pagado por la inscripción y le había conseguido un hueco.

—Solamente quiero que uses tu cuerpo para hacer un poco de dinero.

—Esa es la definición de prostitución.

Hizo un mohín cuando la ganadora elevó los brazos al publico, que gritó su nombre mientras la aplaudían como locos y me dio un golpe cuando aplaudí también. Oliver la rodeó con el brazo, haciendo que se volviera a verlo.

—Yo creo que podrías ganarles a cualquiera de esas mujeres. Son brutas pero lentas, quizás te noquean con un golpe pero tú eres rápida y conoces los puntos débiles del cuerpo.— Dijo con rapidez y ella pareció considerarlo, soltando un resoplido mientras la voz del árbitro estallaba en los parlantes de las paredes, preparado para la próxima ronda. —Además, ya te ves como una peleadora.— Señaló las trenzas en su cabello y el corto sostén que llevaba.

—Vamos, Fox. Es solo un lugar para aficionados.—Le susurré al oído mientras ella se volteaba a ver como el tipo del entretenimiento anunciaba el numero nueve y una alta pelirroja se detenía en el escenario con una playera verde muy transparente. —El premio son diez grandes. Te he visto patearle el culo a tipos más grandes.

—Pero no puedes morder ni patear.— Oliver le recordó y el numero diecisiete era anunciado, que era el que ella tenía pegado en la espalda. —¡Tú puedes!— Le dio una palmada en la espalda y levanté el pulgar. Ella rodó los ojos pero aún así se dirigió al escenario.

Un poco de lodo se derramo cuando las mujeres se desplazaron en el centro del lugar, mientras el tipo del micrófono las presentaba y el montón de hombres gritaba y aplaudía emocionados.

—Quizás debió usar algo que no fuera de látex.— Oliver se cruzó de brazos cuando ella se agachó y el minúsculo short descubrió un poco de su trasero.

—No. Eso es perfecto. Mira esto.— Dije volteándome sobre el montón de cuerpos que no dejaban de empujar, gritando groserías. —¡La ardiente morena tendrá una cita con la mayor apuesta!— Grité sobre el tumulto y se escuchó un coro de emoción que se abalanzó con un montón de manos y billetes voladores sobre nosotros.

En ese momento Hannah se lanzó sobre la pelirroja y sus brazos se sujetaron entre sí, mientras forcejeaban en el lodo, tratando de no perder el equilibrio. Las tetas de la otra mujer se movían debajo de ese transparente top y Fox enredó su pierna derecha detrás de la de la mujer, haciendo que cayera de espaldas sobre el montón de lodo. La multitud se volvió loca cuando ella se colocó sobre la otra mujer, sujetándola de ambos brazos cuando el referí comenzó la cuenta y Oliver y yo contamos también, en coro con el resto de silbidos de fondo, y todos gritamos con fuerza cuando la cuenta llegó al diez y Hannah se puso de pie, victoriosa, con lodo es sus rodillas, abdomen y en el minúsculo conjunto de látex que le apretaba el delgado cuerpo.

Sin ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora