¡Black-tumsempra!

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-¡SECTUMSEMPRA!- Gritó Harry con todas sus fuerzas desde el piso, al mismo tiempo que agitaba salvajemente la varita.

La sangre empezó a salir a chorros del pecho de Malfoy, como si éste hubiera sido golpeado con una espada invisible. Se tambaleó hacia atrás y cayó en el suelo, se había quedado sin fuerza.

Harry Potter contra Draco Malfoy, Capítulo 24 Sectumsempra

Harry Potter el Príncipe Mestizo

Sectumsempra  

Musicalización de Capítulo: Donna Summer - I feel love (1977)

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Musicalización de Capítulo: Donna Summer - I feel love (1977)

Ligeros retazos, fugaces imágenes, evocaciones, sensaciones y sentimientos.

Mi subconsciente parecía cuerdo y racional esa noche, pero el alcohol corriendo por mi torrente me había robado discernimiento y sensatez, además de algunos lapsus de memoria. Si bien, estoy segura que si hago un esfuerzo, podría afirmar que la fiesta completa subsiste en las hondonadas de mi memoria. De cualquier forma estoy convencida de que había sido una velada incuestionablemente maravillosa.

Nunca había notado a Sirius bajo la acaricia del lívido. Estaba claro que ya no tenía ojos de niña, podía ver que el muchacho proyectaba una atracción hipnótica, casi irreprimible, gracias a su bien afortunada genética. No, no me refiero a su sangre pura, me refiero a la simetría perfecta de su rostro, la elegancia de cada gesto, y ese cabello intensamente negro poseedor de un lustre semejante al de una sábana de seda, que le caía con una gracia natural a cada brinco, cómo si el tiempo se suspendiera sólo para ver cada mechón dócilmente reacomodarse en su sitio.  

 Adquiría un porte aún más sofisticado cuando se pasaba los dedos sobre el cuero cabelludo para apartarse el flequillo que comenzaba a empaparse de sudor. Las gotitas surcaban su piel color marfil, que al brío del baile se tiñó de un tono melocotón en sus mejillas, resbalaban desde su frente hasta su quijada como gotitas de aceite sobre cuarzo blanco. Y entonces pestañeaba, atizando su incomparable arma cautivadora, sus intensas y aguileñas pupilas grises. Si eso fuera poco, se favorecían de unas espesas pestañas resaltando el contorno de sus ojos, y unas cargadas cejas oscuras que matizaban de gallardía cada una de sus gesticulaciones faciales.

Sin embargo, ese componente que hacía irremediablemente atractivo a Sirius Black, no estaba en su encanto físico, era la manera de desplegar una perfecta sonrisa, como si estuviésemos por ejecutar un delito cada vez que nos aproximábamos lo suficiente para sentir nuestras narices. La manera de utilizar un dedo gentil para acomodar un flequillo suelto tras mi oreja. Esa manía de sujetarme la zona lumbar con la fuerza justa, para persuadir una aproximación a él. Invitaba al contacto con su cuerpo y guiaba mis movimientos con esa forma de dar puntuales pero deliberados roces con sus dedos por los brazos, la espalda y (en un par de ocasiones) por los labios.

Amiga de James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora