Amiga de James Potter

EL MAPA DEL MERODEADOR

—¿Haz visto esa mirada? —señaló Sirius apuntando con la barbilla hacia el rincón en la mesa de Slytherin donde Severus Snape engullía un bocado de puré. Clavaba la pupila con odio hacia nosotros. —creo que es oficial, te odia tanto como a mi —.Sonrió como si aquello debiera honrarme—, ahora si eres toda una Gryffindor. 

 Reímos tontamente, como un par de niños cómplices de la misma travesura, mientras un colérico Snape imaginaba desde su rincón las diversas formas de hacernos sufrir. 

 Le hacía cada vez menos gracia esa mentira a la que había recurrido para encubrir a Sirius ante el profesor de herbología. Esa tarde la detención en los cultivos parecía haber sido especialmente soleada, apuesto que los gnomos de jardín no se mostraron más dóciles, podía vérsele los dedos llenos de arañazos y pequeñas marcas de mordidas. 

—¿Lo hubieras hecho? —pregunté a Sirius a lo bajo, con aire cómplice y juguetón, mientras echaba un rápido vistazo a Severus Snape

—¿Te hubiera gustado que lo hiciera? — contestó con un suntuoso garbo seductor.

Desde luego que no, algo tan vil como eso me hubiera aterrado. Sin embargo, acato sin remordimientos la pecaminosa satisfacción de haberle visto atormentar a aquél idiota, quizá a manera de karma por el Cruciatus que le había lanzado a James. Pero Sirius no lo sabía, en su retorcido entender pensó que esa faceta de niño indómito y peligroso despertaba deseos primarios en mí.

—Sabes, mañana se enfrentan Hufflepuff contra Gryffindor—recordé. Miré hacia ambos lados del comedor, procurando que no hubiera nadie cerca para escuchar, —creo que tú y yo tenemos algo pendiente—. Sonreí.

El chico elevó sus aguileñas cejas, se llevó un trozo de comida a los labios y sonrió con su rúbrica picardía. Bajo mi mohín seductor se escondía un gesto maquiavélico que Sirius no advirtió.

Musicalización: Electric Light Orchestra - Evil Woman (1975)

Fue el día en que Gryffindor y Hufflepuff se enfrentaron en la temporada del 77. No había sido casualidad. Había elegido ese día por qué era una oportunidad de oro. Marlene y Lily habían desaparecido durante el partido contra Ravenclaw, sabía que aprovechaban la algarabía del colectivo y la distracción de los partidos para ausentarse sin que nadie lo notara. Era el mismo oportunismo que presentábamos Black y yo para escaparnos inadvertidamente.

Después de terminar mi carrerilla matinal por los terrenos del colegio me dirigí rumbo a los pisos inferiores del castillo. Sabía que ahí se encontraban las cocinas. Uno de los privilegios de tener amistades en Hufflepuff, era que me rebelaban pequeños secretos de Hogwarts que quizá no habría podido conocer por otro medio.

"Basta con hacer cosquillas a la pera del retrato" había informado Artemia Abbott.

Eran las siete y media de la mañana, una excelente hora para rondar la zona sin alumnos patrullando por ahí, los elfos domésticos ya se habían puesto manos a la obra con el desayuno del día.