La fiesta

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Yuuri se contempló al espejo una última vez antes de abandonar el hotel para dirigirse a la recepción. Desde la puerta, Yurio lo veía con una sonrisa ladina y los brazos cruzados. Yuuri hizo lo posible por no prestarle atención, pero desde el fondo sentía que una maraña de nervios amenazaba con causar estragos con sus emociones.

Debía admitir que Yurio había hecho un excelente trabajo (Sí, prefería darle absolutamente todo el crédito a él) ayudándolo a reunir el valor suficiente para hacer de nuevo aparición pública en niveles como el de la fiesta; además, debía destacar el increíble cambio de imagen por el que había atravesado. Verse al espejo implicaba conocer a un Yuuri completamente nuevo y diferente al anterior, uno que se encontraba preparado a enfrentar cualquier cosa que se atravesara en su camino.

-Cuando ese anciano te vea -dijo Yurio acercándose a él- no sabrá qué fue lo que lo golpeó.

Yurio pasó los brazos alrededor del cuello de Yuuri y lo ayudó a colocarse la corbata. Yuuri no despegó los ojos del espejo sintiéndose muy extraño. ¿Era solo cosa suya, o Yurio realmente parecía seductor en esos momentos?

—¿Y-Yurio...?

—Silencio —ordenó éste justo antes de acabar con el nudo—. Listo, ¿Qué te parece?

Yuuri enfocó la atención en la corbata, y se esforzó en mostrar una sonrisa sincera que fuera capaz de ocultar los nervios que sentía.

—Luce fenomenal.

—No, luces fenomenal.

Yuuri giró para encontrarse con los ojos de Yurio viéndolo fijamente, e intentó aligerar el ambiente entre los dos.

—¡N-No lo tomes a mal, pero Otabek no estaría feliz de oírte halagar a otro...!

Yurio se encogió de hombros con aparente desinterés.

—Él sabe mejor que nadie que soy muy honesto.

Yuuri sonrió.

—Ajá...

—¿Acaso estás dudando de mí?

—No fue eso lo que dije.

Yurio le pellizcó la mejilla de forma dolorosa, pero, al final, ambos acabaron riendo.

Sin embargo, a Yuuri pronto lo asaltó el recuerdo de que su amigo retornaría a Rusia después de esa fiesta, y ya no serían capaces de compartir momentos semejantes a ése. Entonces notó un vacío en el pecho y una profunda desazón, un sentimiento que no sabría comparar a nada... Excepto al recuerdo de Victor cuando éste decidió acabar con su relación.

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Al arribar a la fiesta, Yuuri notó que las miradas de varios amigos y conocidos se fijaban en él con expresiones atónitas. No supo cómo sentirse, pero eso no lo frenó y continuó avanzando en compañía de Yurio, quien, sin embargo, lucía una sonrisa astuta en los labios, como si todos los invitados hubieran caído en una trampa cuidadosamente tendida por él.

Algunos murmullos llegaron a oídos de Yuuri, quien se esforzó en presentar una expresión neutral a pesar de la creciente incomodidad.

—¿Es ése Katsuki Yuuri?

—¡Sí! ¡Es él!

—¡Pero no luce como en las noticias!

—Parece alguien completamente diferente...

Escuchó que Yurio reía a su lado.

—Los has dejado impresionados —murmuró dándole un codazo suave.

El lamento de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora