Eros to Ágape

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Yuuri se secó el sudor que cubría su frente tras haber exhalado un suspiro de cansancio.

—¿Qué haces? Aún no he indicado que puedes descansar —dijo Minako con el ceño fruncido—. ¡Vamos! ¡Muévete! —así, con una simple orden acompañada de un par de palmadas, Yuuri se vio obligado a recuperar la compostura.

—¡A-ah...! ¡De acuerdo!

La melodía Ai ni Tsuite: Ágape volvió a sonar desde el principio, y Yuuri centró la mente para poder llevar a cabo la rutina de forma adecuada. Cuando juntó las yemas de los dedos y cerró los ojos, recordó a Yurio elaborando la misma pose, y algo dentro de sí mismo chispeó: Una llama que parecía querer hallar la forma de crecer, una luz situada en el centro de su corazón que estaba atrapada entre muros que él, Katsuki Yuuri, se esforzaba por levantar.

Entre movimientos delicados dio inicio a la rutina que intentaba evocar el amor desinteresado e incondicional. Su mente trazó la silueta de un Yurio de dieciséis esforzándose con sangre y sudor en su anhelo por plasmar el inmenso cariño que su abuelo le inspiraba.

«Espero ser lo suficientemente bueno para hacerle justicia»

Pero cuando iba a elaborar una elaborada pirueta, Minako detuvo la canción de forma abrupta.

Yuuri se detuvo de inmediato con una expresión consternada, y dedicó una mirada confusa a su maestra de ballet. Minako, sin embargo, no lucía muy satisfecha con el espectáculo que él acababa de ofrecer.

—¡No, no! ¡Estás muy rígido! ¡Te mueves igual a un luchador de sumo embutido en los jeans de su adolescencia!

«¿A-acaba de llamarme gordo...?»

Minako le indicó que se acercara con un simple gesto de la mano y él, obediente, lo hizo. Ella no gastó palabras en los momentos que empleó para examinar la figura de Katsuki, quien dejó brotar un quejido cuando le pellizcó uno de los brazos y la pierna.

—Creo que estás cargando a tu cuerpo más esfuerzo del que deberías —dijo con tono serio—. ¿Has dormido apropiadamente?

Yuuri tragó saliva, y negó con la cabeza.

—Durante los últimos días no he conseguido conciliar el sueño —admitió—. Estoy muy nervioso —elaboró una pausa cargada de vacilación—. Bueno, en realidad he dormido unas tres o cuatro horas, luego siento la necesidad de salir a correr o algo por el estilo.

—Muy mal —dijo Minako con severidad. Yuuri se sobresaltó y retrocedió un poco—. Comprendo que estés emocionado por la idea de retornar al mundo del patinaje, pero recuerda que no todo es «esforzarse» y «trabajar al límite». Descansar con propiedad es algo esencial para todo atleta, así como lo es nutrirse e hidratarse adecuadamente. Necesitas ocho horas de sueño diarias, de lo contrario acabarás resintiendo todo ese cansancio y perderás más de lo que eres capaz de conseguir.

Yuuri miró al suelo, con ciertos recuerdos acechando su memoria.

—¿Y si no consigo dormir esas horas...?

—Busca una forma de hacerlo de nuevo —dijo Minako—. Puedes beber té de hierbas, u oír canciones relajantes, pero esto último no lo recomiendo mucho. Dormir con música impide que el cerebro descanse con propiedad. Meditar también es bueno.

Un pesado suspiro brotó de los labios de Yuuri, quien se sintió más cansado tras oír todas esas indicaciones. Sin embargo, no emitió ninguna protesta porque Minako tenía razón.

—¿Algo más? —preguntó él con voz trémula, y Minako asintió con un movimiento.

—Ágape, como ya lo habrás oído un millar de veces, transmite amor desinteresado; tú, en cambio, no has demostrado nada de eso. Se nota que estás desconcentrado, que tu mente está en una dimensión distinta a ésta, así que creo que será mejor que te plantees qué es tu ágape antes de intentarlo de nuevo.

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⏰ Última actualización: May 15, 2019 ⏰

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