El reencuentro

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Tan pronto como los ojos azules de Victor entraron en contacto con los de Yuuri, éste tragó saliva de forma ruidosa y notó que todo su cuerpo se paralizaba a causa de la impresión. Victor le dedicó una sonrisa amable, y Yuuri hizo el intento por devolvérsela pese a que sabía que sus labios formaban algo más parecido a una mueca forzada. Luego de ese intercambio incómodo, Yuuri pensó en darle la espalda y permanecer alejado pero, para su sorpresa, notó que Victor se acercaba a él con calma.

Yuuri sintió que se quedaba sin aire. Fue como si todos los relojes del mundo se detuvieran en sintonía, como si el viento hubiera dejado de soplar y el resto de los asistentes hubieran desaparecido de la escena. Lo único existente en ese pequeño mundo era Victor, quien se hallaba cada vez más cerca.

—Ha pasado tiempo, Yuuri.

Katsuki dejó escapar un respingo, y todo el mundo volvió a la normalidad. 

Las miradas fijas en ellos se desviaron, el sonido del banquete volvió a colmar la atmósfera al igual que las charlas afables y la música instrumental. Yuuri notó que había estado conteniendo la respiración, y dejó exhalar el aire acumulado en sus pulmones con ayuda de un suave suspiro. En busca de apoyo, barrió el lugar con la mirada, pero solo se encontró con Yurio, quien levantó los pulgares dándole ánimos desde lejos.

—V-Victor... —murmuró él, cohibido, y pestañeó—, no esperaba verte aquí.

Victor no respondió, solo hizo un gesto con la cabeza señalando un lugar apartado y lo invitó a acompañarlo. Yuuri ni siquiera se detuvo a pensar, solo accedió sin siquiera meditar sus propias acciones.

—He leído algunas noticias en las revistas de famosos —dijo Victor mientras comenzaba a caminar—. Todas decían que no estabas en tus mejores momentos desde que... lo nuestro alcanzó su fin.

Yuuri tragó saliva y no se animó a mirarlo, prefiriendo enfocar su atención en sus propios zapatos.

—Sí, es algo que me tomó desprevenido —dijo con los nervios a flor de piel—, pero ya estoy mejor desde entonces.

Victor hizo una pausa antes de responder, y pese a que Yuuri no mantenía contacto visual con él, sabía que su expareja lo estaba evaluando fijamente.

—Puedo percibirlo —dijo Victor con una sonrisa amable—. Luces radiante.

—¿Eh? —aquellas palabras habían tomado a Yuuri por sorpresa, quien alzó la mirada y concentró sus ojos en los de Victor, hallando no más que pura sinceridad en ellos.

Victor le dio una palmada amistosa sobre el hombro al momento en el que ambos alcanzaron una ventana abierta, a través de la cual podían admirar el paisaje parisino nocturno, colmado por luces que recordaban a un centenar de luciérnagas.

—A decir verdad, me encontraba preocupado —aseguró Nikiforov con el ceño fruncido—, sabía que yo tenía la culpa de tu recaída, pero también era consciente de que mi presencia causaría mayor daño, es por ese motivo que no fui capaz de contactar contigo ese tiempo y, debo añadir, lamento profundamente haberte herido de esa manera.

Los ojos de Yuuri expresaron su perplejidad tras escuchar esas simples palabras. Jamás habría imaginado que Victor llegaría a disculparse por todo lo que había sucedido y, debía admitir, oír decir todo aquello generó la caída de un peso que cargaba sobre los hombros. Por alguna razón se sentía liberado, como si finalmente hubiera culminado un capítulo importante en su propia vida gracias a esa simple disculpa.

—No pasa nada —dijo Yuuri, y se rascó la mejilla con el índice con una actitud un tanto avergonzada—. Hubiera sido peor si decidieras quedarte junto a mí solo por lástima, supongo, o que te forzaras a seguir amándome pese a que esos sentimientos se han extinto.

—Eso no resta la culpabilidad que he sentido —Victor dejó escapar un pesado suspiro—, pero ahora que he vuelto a verte debo admitir que me siento mucho más tranquilo. Puedo ver que te has esforzado en salir adelante, y eso significa mucho para mí.

Yuuri sonrió un poco y volvió a mirar a Victor.

—En realidad, no hice mucho... Fue Yurio quien me animó a no rendirme jamás, y es gracias a él que estoy aquí en estos momentos.

Victor sostuvo la mirada de Yuuri, como si evaluara el alma oculta tras esos brillantes ojos castaños, pero tras un instante de silencio una expresión de júbilo se adueñó de su rostro.

—Puedo verlo —dijo—. Siempre supe que nuestro gatito favorito te tenía un gran aprecio, solo le gustaba ser un poco... —vaciló— ¿Cuál es la palabra? —murmuró pensativo—. ¡Ah! Sí... Creo que es tsundere, ¿No es así? —pestañeó y miró a Yuuri con preocupación—, porque ésa es la palabra, ¿Verdad? "Tsun-de-re".

Yuuri intentó reprimir una risita, y sin pensarlo buscó a Yurio con la mirada, solo para hallarlo a unos pocos metros de donde ellos se encontraban, sosteniendo una copa de champán y una mirada preocupada al tiempo que fingía que su atención se hallaba en algo más interesante pese a que era más que obvio que estaba espiándolos.

—Lo sé —dijo Katsuki notando lo feliz que se hallaba de que reconocieran los esfuerzos de su amigo—. Él es mucho más gentil de lo que aparenta a simple vista, hasta podrías decir que él es la viva imagen de ágape.

—Podrías decirlo así —dijo Victor—. En cualquier caso, me alegra que estés bien. Luces completamente nuevo.

—Como dije, fue Yurio el que hizo todo el esfuerzo —dijo Yuuri con una sonrisita nerviosa—. Me fue imposible decirle que no.

La sonrisa de Victor desapareció por unos momentos, pero sus ojos azules permanecieron fijos en la expresión de Yuuri... Hasta que, poco a poco, sus labios mostraron una nueva sonrisa cargada de afabilidad.

—Ya veo —dijo con tono suave—. Estás enamorado.

Aquellas palabras tomaron desprevenido a Yuuri, quien sufrió un sobresalto y observó a Nikiforov con incredulidad.

—¿Cómo?

Victor ignoró aquella pregunta, y prosiguió con lo suyo.

—En cualquier caso —dijo ignorando la mirada insistente de Yuuri—, me gustaría que, pese a nuestro pasado, continuemos siendo amigos. Puede que no lo parezca, pero sigues siendo muy importante para mí.

—P-por supuesto...

—Y, si necesitas un hombro sobre el cual llorar, con gusto te prestaré el mío —agregó Victor—. Algo me dice que lo necesitarás.

Yuuri abrió la boca para preguntar, pero fue irrumpido por Chris, quien se acercó a Victor a palmear su espalda de forma amistosa a modo de saludo. Victor le dedicó una sonrisa sincera y miró a Katsuki.

—Uh...

—Si me disculpas, creo que iré a saludar a los demás —dijo Victor—. Que pases una buena velada y, también, es bueno volver a verte.

Así, tras una simple despedida, Victor se alejó en compañía de Chris dejando a Yuuri con la palabra en la boca. Por fortuna, no pasó mucho hasta que Yurio llegó a su lado y fue capaz de desviar su atención por completo.

—¿Quieres algo de aire? —preguntó Plisetsky, y Yuuri accedió sin detenerse a evaluar sus propias acciones.

De pronto, el mundo pareció tener un nuevo sentido. 

Yuuri se notaba a sí mismo mucho más tranquilo, liberado, despreocupado, pero aun así la ansiedad estaba picoteando su propio estómago con insistencia.

«Estás enamorado»


El lamento de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora