42. Un Amor De Ensueño- Primera Parte (Larry Stylinson)-Terminanda

.12.

Tras ese fin de semana todos habían vuelto a la rutina y mientras Mark había llevado a Louis de nuevo al médico, Harry ayudaba a su hermana con unos ejercicios de historia.

...—Venga dímelo—volvió a insistir la chica.

—Déjalo ya Gemm. No tengo nada que decir sobre eso.—susurró el ojiverde.

—Si claro...venga dilo, ¿Qué es lo que te ocurre con ese?.

—Déjalo ya.—Dijo Harry molesto .

—¿Se puede saber que es lo que estáis cuchicheando?—preguntó su madre sorprendiendolos.

—No...no es nada mamá. Tan solo hablamos de los egipcios—mintió su hijo.

Anne sonrió conforme y acto seguido volvió a la cocina.

—Eres un falso hermano y la verdad es que siento mucha pena por ti.—dijo la chica tras chasquear la lengua.

—No digas tonterías Gemm, ¿por qué iba a darte pena?—volvió a susurrar el ojiverde.

—Te gusta ese insignificante ser llamado Louis y tú te mereces a alguien muchísimo mejor.

Harry suspiró resignado.

—Tienes ideas realmente locas Gemm. Deberías centrar todo tu potencial en los estudios y dejarlo tranquilo.

La chica hizo una mueca.

—Lo ves. Ahora hasta incluso lo defiendes. Como te enamores de él hermano, me avergonzarás y yo haré como que no te conozco, cada vez que nos crucemos por los pasillos del instituto.

Harry rió.

—Eso jamás ocurrirá. Yo no siento ni sentiré nada por Louis...nunca.

La puerta de la entrada se abrió y el ojiazul y su padre entraron muy sonrientes.

—Hola chicos, ¿Qué tal estáis?, haciendo los deberes supongo.

—Ho-hola—saludó Louis tímidamente.

Ninguno de los dos recibió saludo por parte de los hermanos, así que el ojiazul se quitó la chaqueta resignado y la colgó en el perchero, luego se dirigió a la cocina junto a Anne.

—¿Louis ya no cojea?— preguntó con sorpresa la chica.

—Ah pues no —contestó Mark— El médico nos dijo que ya estaba perfectamente.

Acto seguido el hombre se fue por donde se había ido su hijo, dejando a los dos hermanos en el salón.

Tras un buen rato tanto Harry como su hermana escucharon fuertes risas que provenían de la cocina pues al parecer los tres se lo estaban pasando de maravilla.

El ojiverde estaba nervioso por lo que no dejaba de mirar allí.

—Te mueres por ir con él, ¿verdad?—preguntó Gemma muy seria.

Su hermano la fulminó con la mirada y luego se levantó.

—Ya me cansé de tus tonterías. Ahora sigue tu sola.—dijo enfadado, luego subió las escaleras y se encerró en su habitación.

El ojiverde permaneció tumbado en la cama mirando al techo mientras pensaba en todo lo sucedido y la verdad odiaba reconocerlo pero su hermana no estaba desencaminada pues era cierto que algo estaba cambiando en él y Louis tenía mucho que ver.

Sus noches desde lo sucedido en su estancia en la cabaña se habían vuelto una contante preocupación, porque temía que el ojiazul se despertase sonámbulo y acabase lastimándose.

Además estaba el hecho de que muchas veces se sorprendía a sí mismo mirándolo mientras éste no lo hacia, ya que había empezado a apreciar los rasgos y las curvas del más bajo, los cuales no le eran nada desagradables como había creído en un principio.

—¡Oh vaya!... ¡mierda aah... joder!—exclamó tocando su entrepierna.

De repente Harry se encontró con que sus pensamientos con el ojiazul le habían provocado una gran erección que estaba apretandolo con molestia y tenía que aliviarla, así que se quitó los pantalones y metió la mano dentro de su boxer.

—Aaah jodeer...—su polla estaba muy necesitada de atención, así que comenzó a bombearla.

Finalmente acabó por quitase también los boxer pues este seguía dificultando el movimiento de su mano, luego fue mucho mejor.

Louis ocupaba sus pensamientos mientras se imaginaba que este le chupaba y le lamía la polla con ansia, realmente era una imagen que le resultaba muy erótica, por lo que intensificó el bombeo de su mano mientras soltaba gemidos y jadeos.

—Ooh si chupa... joder Louis aaah... pequeño si sigue ...sigue comemela toda.—susurraba con sus ojos cerrados.

Finalmente el ojiverde llegó al clímax soltando hilos de semen sobre su mano y su vientre, a la vez que emitía un gran gemido placentero.

—Ooh Dios...joder oooh... mierda.

Era la primera vez que se masturbaba con esa intensidad, jamás había sentido su polla tan dura, ni había sentido tanto placer y todo había sido provocado por quien menos se lo habría esperado.