.10.

837 100 8
                                    


Ya de regreso a la cabaña, todos volvieron a descender la montaña y a caminar de nuevo por los senderos del bosque.

Cuando ya llevaban un buen trecho andado, Louis ya no podía más pues no estaba acostumbrado como ellos a hacer ese tipo de actividades, para él era la primera vez.

—Apúrate, no quiero que un lobo me ataque por tu culpa.—Dijo Gemma harta de tener que parar cada dos por tres para esperarlo—No me extraña que seas tan lento con esas piernas tan cortas y ese enorme trasero.

—¿Lo-Lobo?, ¿H-Hay lobos por a-aquí?—Preguntó asustado el ojiazul.

—Tranquilo Louis—Habló Des— Vamos bien de tiempo, seguro que llegaremos a la cabaña antes del anochecer.

Desde ese momento, el ojiazul caminó temeroso y mirando a todos lados pues no quería ser atacado por ningún animal salvaje pero con tan mala suerte que no vio un agujero y metió el pie cayéndose de narices.

—¡Ay¡....¡ay!...¡ay!..¡oh Dios mi pie!—chilló.

Rápidamente Des y Anne se pararon y volvieron atrás para ayudarlo mientras Harry y Gemma se quedaron parados.

—¡Oh cielos, Boo!, ¿Estás bien?.

—Me duele mucho el pie...auch—contestó el ojiazul frotándoselo.

—¿Puedes levantarte y caminar muchacho?—preguntó el cabeza de familia.

—No lo sé. Lo intentaré.

—Menudo torpe estás hecho Louis. Ahora si que nos atrapará la noche—dijo con fastidio la hermana de Harry  haciendo una mueca y levantando el brazo.

El ojiverde esta vez la miró pero extrañamente no chocó su mano como siempre.

—¡Hey!, no me dejes colgada hermano.

—Cállate un rato anda. No ves que se ha hecho daño de verdad—habló éste con fastidio.

Entonces la chica vio que Harry la estaba mirando con molestia y que luego se acercaba a los demás.

—Hey, no me hables así, es la verdad—dijo con fastidio mientras pateaba una piedra.

Finalmente Louis pudo levantarse pero le dolía mucho y no podía caminar bien.

—Tendremos que turnarnos para llevarlo hijo—dijo Des mirándolo, el cual tenía cara de susto.

—No ha-hace falta, yo podré solo...¡Ay!—el ojiazul no quería que Harry lo odiase más de lo que lo hacía ya, así que lo intentó de nuevo pero no pudo.

—¡Maldita sea!...—dijo finalmente el ojiverde poniéndose delante de él y agachándose un poco para que éste subiese a su espalda—sube, yo te llevaré o volverás a caerte

—Gra-Gracias Harry— le susurró cerca de su oreja una vez que había subido.

El ojiverde carraspeó pues una pequeña corriente le recorrió el cuerpo.

Ya llevaban un buen rato caminando en silencio, en el que el ojiazul no dejaba de suspirar pues se sentía culpable por haber estropeado la actividad y probablemente provocarle dolor de espalda al chico que le robaba el aliento.

—L-Lo si-siento—dijo temeroso.

—¿Qué es lo que sientes?—preguntó Harry confuso.

—Esto.. el caerme y el que me tengas que cargar. Bueno y el que tengas que compartir tu habitación conmigo... de verás no sabía que no había más, sino me hubiese quedado con mi padre.—Explicó entristecido.

El ojiverde chasqueó la lengua.

—Ten más cuidado la próxima vez y ya no te caeras. Por lo de la habitación...—Harry recordó lo sucedido en la noche—… con que no ronques me conformo.

Louis se esperaba escuchar gritos o incluso palabras más duras e hirientes, por parte de este pero no fue así y entonces sonrió sorprendido.

—¿Y-Yo ro-ronco?—preguntó preocupado y avergonzado.

Harry sonrió.

—No... no lo haces. Solo bromeaba.

Louis sonrió también, quizás el haberse caído no había estado mal después de todo y además el ojiverde tampoco era tan insensible como quería dar a entender.

Des lo cargó en el último trecho hasta la cabaña y una vez allí, lo dejó en el sofá con el pie en alto, mientras Anne rápidamente fue a la cocina para buscar hielo y ponérselo en el tobillo, tras examinarselo y comprobar que no estaba roto.

Cuando llegó la noche y después de degustar la cena y jugar unas cuantas partidas a las cartas, Harry volvió a cargarlo para subir las escaleras e irse a dormir pero esta vez lo cargó en sus brazos mientras Louis le rodeó el cuello con los suyos.

El ojiazul estaba en la gloria y lucía muy sonrojado pues al parecer Harry tenía mucha fuerza y además tenían sus caras muy cerca.

—¿Qué tanto me miras?—habló el ojiverde.

Louis se imaginó entonces que Harry lo estaba cargando como recién casados y no pudo evitar soltar una pequeña risita.

—¿Se puede saber que es tan gracioso?—preguntó Harry sin entender.

—Oh n-no...na-nada...nada.

Esa noche el ojiverde se desveló de nuevo pues temía cerrar los ojos y entrarse nuevamente a Louis sonámbulo a oscuras y en el suelo, pero eso no ocurrió, ya que este durmió toda la noche gracias a los calmantes que Des había ido a comprar a la farmacia más próxima.

42. Un Amor De Ensueño- Primera Parte (Larry Stylinson)-TerminandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora