Capítulo 1

123 13 6
                                    

La alarma de mi habitación empieza a sonar. Con mi mano busco el reloj y lo apago con un leve golpe.

Hoy es un gran día porqué hoy cumplo diecisiete años. Lo qué significa qué vendrá toda mi familia a visitarme.

Quito las sábanas de mi cuerpo y me levanto colocando mis pies en la fría madera buscando mis zapatos. Cuándo los siento sonrío y empiezo a ponerlos en mis pies.

Es la hora, nada me puede pasar. El miedo viene de mi mente, tengo que borrarlo. Tengo que ser fuerte.

Me levanto y doy tres pequeños pasos buscando la pared, la cuál no tardo en encontrar. Por lo que recuerdo al lado izquierdo tiene qué estar mi closet. Guiándome de la pared encuentro el closet, me adentro y toco cada prenda de ropa sintiendo la suavidad de estas. Tomo una que creo que es una camisa, y de un gabinete al final del cuarto encuentro unos pantalones y ropa interior.

Lo estoy haciendo muy bien, tengo que seguir así.

Salgo del closet buscando la otra puerta para entrar al baño y poder hacer mis necesidades y cambiarme.

Hoy me levante más temprano de lo normal. Le dije a Fernanda, mi nana, que me ayudara a poner mi alarma una hora más temprano. Me pregunto la razón de eso pero no le dije, no le quise decir alguna mentira porque no puedo mentir, por más que lo intento siempre saben que estoy mintiendo.

Tomo una ducha rápida y casi caigo al piso tratando de encontrar una toalla. No me voy a rendir, he llegado muy lejos cómo para rendirme. Salgo de la bañera y empiezo a secarme seguido de ponerme la ropa qué ya había escogido. Camino fuera del baño y me trato de dirigir a la salida de mi cuarto hacía el pasillo dónde torpemente me tropiezo con una mesa. Al menos no he quebrado nada, aún.

Me tomo de las barras de las escaleras y empiezo a bajar con cuidado una por una.

Diecisiete años aquí ya puedo diferenciar un poco los lugares de la casa. Recordando y tocando cada adorno de la casa me dirigo a la cocina.

A mis fosas nasales llega un exquisito olor de tostadas y café recién hecho.

-Huele bien.- digo entrado a la cocina, se escucha cómo un plato cae al suelo rompiéndose y me hacer saltar del susto -¿Qué pasó? ¿Está todo bien? ¿Nana?

Siento sus pasos cerca de mí, puedo oler su aroma de perfume de vainilla, su favorito. Ya he me aprendido el aroma de cada una de las personas más cercanas a mí, así las puedo diferenciar cuando estén cerca de mí y no tienen necesidad de decir sus nombres para que yo los pueda reconocer.

-¿C-cómo?...- me río al escuchar qué no puede finalizar su pregunta de lo asombrada que ha de estar.

-Yo sola me he bañado y cambiado, nana.- digo orgullosa.

-Hay mi niña ya creció.- sus brazos rodea mi cuerpo en un cálido abrazo. -Me alegro que ya quieras hacer las cosas por ti misma. Sabes que si necesitas ayuda en algo aquí estaré yo siempre.

-Gracias, pero no habría hecho esto si tú o mamá no me lo hubieran enseñado. Gracias.

-De nada, feliz cumpleaños por cierto.- rompe el abrazo y deja en mi mejilla un sonoro beso.

-Muchas gracias.

-Ven, te he hecho tus tostadas favoritas, siéntate- toma mis manos para dirigirme a un pequeño banco de la mesa donde apenas me siento y empiezan los gritos ya esperados de mis padres.

-¡Alexa!- se escucha el grito de mi madre desde el segundo piso.

-No le has dicho a tus padres ¿Verdad?- niego divertida.

Enseñándole A Tú Corazón (#3 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora