Al llegar mi padre me ayuda a bajar, afuera del auto no puedo evitar sentir un poco raro el ambiente. Me aferro al brazo de mi padre y empezamos a caminar hacía adentro. Se me pone la piel de gallina al sentir el frío al entrar al supermercado.
-¿Tienes frío?- asiento, sus brazos me envuelven mi cuerpo haciendo qué entre en calor.
-Gracias papá.
-¿Quieres qué nos escondamos de tú madre?- asiento con una sonrisa.
Las pocas veces qué salgo con mis padres me aburro rápido pero trato de no mostrarlo. No le puedo ocultar nada a mi padre y siempre nota si algo anda mal en mí. El suele hacerme reír jugando o contando algún chiste sin gracia.
Me toma de la mano y me encamina por un largo camino. Siento que la pulsera que me dio mi hermano se ha caído.
-Espera papá.- digo deteniendome.
-¿Pasa algo? ¿Estás bien?
-Sí, sólo que creo que no está mi pulsera.- levanto la muñeca para qué en cualquier dirección en que él esté mire si me falta la pulsera.
-No te preocupes, no te muevas. Yo la busco.- asiento y no me muevo de mi lugar.
Luego de un rato mi padre no viene ni me dice nada. Con miedo empiezo a caminar sin rumbo buscando alguna pared para sostenerme, pero sólo termino chocandome contra las cosas del supermercado.
-¿Papá? ¿Dónde estás?- al no encontrar alguna pared opto con gatear cómo bebé.
Mi padre sigue sin aparecer y el miedo empieza a aumentar en mi interior. El sentimiento de abandono vuelve a mí, como cada vez que estoy sola, ¿Dónde está mi padre?
-Papá ya no quiero jugar.- digo con la esperanza de escuchar su voz pero nunca llega -Papá, y-ya no es divertido.
《Algún día te van a abandonar.》
No dejo de gatear, siento cómo mis ojos empiezan a picar. Conozco esa sensación, la misma sensación de todas las noches. Esa sensación del querer llorar pero no hacerlo porque quiero ser fuerte, aunque la cobardía siempre me gana, y termino llorando todas las noches.
-Papá por favor...- siento una pierna y sonrío -¿Papá?
-¿Estás bien?- me levanto de golpe al no reconocer esa voz masculina, retrocedo unos pasos y fue una mala idea porqué caigo de trasero al piso. -Disculpa, ¿Te puedo ayudar?- su mano hace contacto con mi brazo, y como instinto evito a que él haga contacto conmigo retrocediendo. Mis manos empiezan a temblar del miedo y muerdo mis labios para no soltar algún sollozo.
-¿Yo... papá?- mi respiración agitada no me deja hablar en oraciones completas.
-Calmate, no te haré daño. Dime a quién buscas, yo te ayudaré. No tengas miedo.- su voz profunda y ronca sigue resonando en mi cabeza.
Dudo unos momentos en hablar, tardé minutos gateando y nadie me ayudó. Será que ¿No hay nadie aquí? ¿Porqué ahora él viene y me ayuda?
-Papá... fue por... pulsera.- trato de explicarle pero creo que es inútil que pueda entenderme.
-¿Buscas a tus padres?- asiento -¿Cómo es?
Las lágrimas qué estaba conteniendo empiezan a salir. Bajo la cabeza para que él no me pueda ver. Un dolor punzante llega a mi pecho, un dolor inexplicable que me quema por dentro.
Odio no poder ver, ni siquiera sé cómo lucen mis padres porque nunca los he visto en mi vida.
-No.- siento su mano en mi mentón obligándome a levantar la cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Enseñándole A Tú Corazón (#3 Trilogía De Corazones Infelices)
Romansa"No se necesitan ojos para ver la belleza interna de la persona a quién amas." -Mi color favorito es el gris ¿Y el tu...? -se calla rápidamente al escuchar sus propias palabras, a lo que yo sonrío. -No me molestas con tu pregunta, si eso es lo que p...