Capitulo 17- Mini Maraton 1/2

27 4 12
                                    

—¿Ya no más árboles? —decía sin poder creerlo— ¿No más insectos? Ay, Dios mío. ¡Hemos llegado! —César se encontraba muy feliz, al igual que yo.

Al fin habíamos llegado a un pequeño pueblo del lado norte.

Sus manos tomaron las mías, y empezaron a moverse de arriba hacia abajo, efusividad. César estaba saltando, lo podía escuchar cuando sus pies volvían a tocar el suelo, y hacía que las rocas que yacían ahí sonaran.

—¡Iremos a casa! ¡acabó esta pesadilla!

—Shh. Despertarás a los demás.

—¡Eso quiero! ¿Cómo nos van ayudar si están dormidos? —reí, no sé por qué, sólo lo hacía. Tal vez era por la inmensa felicidad que sentía en mi interior el saber que por fin iba a regresar— Vamos, quiero llegar a casa para almorzar aunque sea. —paró de saltar, y puso una mano mía en su hombro para volver a nuestra caminata.

Era de madrugada, casi de día, y toda la noche nos la pasamos huyendo de aquellos tipos. Por suerte, no los volvimos a encontrar, de seguro habían ido al lado sur.

—Alexa. —se detuvo, y yo hice lo mismo para esperar a que siguiera hablando— Lo qué pasó en estos días... —una corriente eléctrica recorrió mi espinal dorsal al apenas recordar lo que había vivido, o más bien tocado—, nadie lo puede saber. Ni siquiera tu familia.

—¿Por qué? La policía podría ayudarnos a saber quiénes eran esos tipos...

Estaba desconcertada. Hablar de lo sucedido era lo primero que haría. Podrían estarnos siguiendo para hacernos daño, o incluso, matarnos. No quería correr el riesgo de morir sin antes haber visto un color.

—Sí, y luego investigarán y encontrarán tus huellas en el cuerpo. —¿mis huellas?— No sólo allí. Irán a la casa y estarán nuestras huellas en todo el lugar. —se escuchaba muy angustiado— Nos pueden acusar de asesinato en vez de aquellos tipos, hasta podríamos ir a la cárcel. ¡Nosotros fuimos los únicos que estuvimos en esa casa y tocamos muchas cosas!

No lo había pensado de esa manera, y tenía razón. Éramos los únicos que habíamos estado en aquella casa, los extraños sólo rompieron la ventana, no tocaron muchas cosas a comparación de nosotros. Ahora mis huellas estaban hasta en el cuerpo sin vida del señor. Las probabilidades de que encontraran aquellos desconocidos en el bosque eran muy pocas. Si se basaban en desapariciones, la escuela de seguro pudo haber reportado nuestra desaparición, y fuimos vistos por última vez en el campamento que estaba muy cerca de aquel bosque.

—Pero... ¿qué les decimos? Yo no soy buena mintiendo. 

En serio odiaba el hipo que me daba en momentos donde tenía que mentir por una buena causa.

—Diremos que estuvimos perdidos estos tres días. Que yo pisé una trampa de oso pero me curé solo, lo creerán por tengo esta mochila —llevó mi mano hasta la mochila—. Aquí tengo comida y un botiquín. Hemos comido de lo poco que traía, y sólo caminamos hasta llegar a este pequeño pueblo. No vimos ni escuchamos nada.

Asentí. Parecía que todo lo había pensado muy bien para que fuera creíble. Me lo repetí muchas veces para no olvidar ni un detalle.

—De seguro nos van a interrogar juntos, así que yo trataré de relatar todo. Di que sólo me encontraste cuando estabas perdida también. —suspiré cansada, y asentí una vez más.

Habían pasado muchas cosas en tan poco tiempo que no conseguía asimilarlo todo. Sobre todo el asesinato del señor. Seguía sin entender cómo aquellos tipos sabían que en la casa había más de una persona. He llegado a creer que nos estaban vigilando, pero... ¿por qué? ¿Por qué nos siguieron? ¿Por qué mataron al señor?

Enseñándole A Tú Corazón (#3 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora