Capítulo 11

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-Levantate, o llegarás tarde a la escuela.

-Mamá, yo quiero estar con la abuela.- digo jugando con mis dedos debajo de mi cobija, nerviosa.

-Ella ya está mejor, Katy está cuidando de ella.- su voz es calmada, pero estoy segura que mi abuela no está mejor, tal vez físicamente lo esté, pero no está bien conmigo.

Tengo que pedirle disculpas hasta que me perdone. He hecho las cosas mal con ella, tal vez sólo necesitaba escuchar y obedecer.

Quiero ir a verla, pero no sé cómo llegar ahí. A mis padres no les gusta que este en lugares públicos sola.

-Mamá...- protestó pero ella habla interrumpiendome.

-No volveré a repetir.- en mi mano siento que ella pone ropa -Vamos, te ayudaré.- toma mi mano para que me levante de la cama.

-Lo haré yo.

Silencio.

¿Por qué se habrá quedado callada? ¿Dije algo malo?

-¿Mamá?

-¿Uh? ¡Oh! Lo siento, me distraje.- suelta mi mano y escucho sus pasos por la habitación alejándose de mí -Le diré a nana que no deje esta ventana abierta.- seguido de eso, escucho el ruido de la ventana cerrarse.

Que yo recuerde, no he abierto esa ventana. ¿Lo habrá hecho nana? Ni idea, y no le debería tomar mucha importancia.

-¿Estarás bien sola?- asiento -Ok, volveré en diez minutos, toma una ducha y vistete.- vuelvo asentir con la cabeza. Sus manos se posan en mis mejillas, y sus labios se clavan en mi frente, dejando un sonoro pero dulce y cálido beso ahí. -Me avisas si quieres ayuda.

La puerta se cierra, y yo sólo dejo salir un suspiro cansado. Doy un par de pasos hasta encontrar la pared, y camino con cuidado hasta encontrar la puerta del baño. Ahí me meto, hago mis necesidades, y después dejo que el agua empiece a caer en la regadera. Me deshago de mi vestimenta y entro con cuidado a la regadera.

Viví tanto tiempo dependiendo de mi familia que nunca me tomé el tiempo para aprender cosas simples como darse un baño. No voy a mentir, estas cosas se me hacen difíciles, pero no creo que lo sigan siendo para siempre ¿verdad? Sólo... necesito tiempo para adaptarme.

El agua tibia hace que relaje mis músculos, ¿desde cuándo estaba yo tan tensa? A decir verdad, el estado de mi abuela me tiene muy preocupada, necesito verla para asegurarme que ella esté bien. También necesito que me perdone, siento mi alma sucia al no pedirle disculpas luego de lo que le hice.

-¿Mamá? ¿Eres tú?- cierro las llaves de la regadera para escuchar con más claridad. Pero no hay nada. Ni un simple sonido más que mi respiración agitada por el susto. Vuelvo abrir la llave de la regadera un poco extraña por la situación. Estoy segura que escuché mi nombre, y parecía estar muy cerca.

Extrañamente, siento la presencia de alguien más en el baño. Pues a mis fosas nasales llegan el olor de un perfume desconocido, de seguro es mi madre la que está usando una nueva colonia y sólo está aquí para asegurarse de que no me caiga o algo por el estilo.

En serio quiero creer eso.

Al terminar, cierro por completo la llave, y salgo de la regadera para buscar la toalla. Trato de agudizar mis oídos para escuchar algo, o alguien, pero no hay nada en mi habitación tampoco.

Un poco más calmada empiezo a vestirme y a peinarme. Ya lista salgo del baño y me siento a la orilla de la cama, esperando por mi madre. Ella no tarda en hacerse presente de nuevo en la habitación.

Cuando me toma del brazo, me apresuro y la abrazo por la cintura.

-¿Qué pasa, cariño?- pregunta acariciando mi cabello suavemente.

Enseñándole A Tú Corazón (#3 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora