Una melodía, desesperación y enfrentamiento con mamá

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Julián, me había dado una caja que parecía contener algo pequeño. Pero yo no me animaba ni a abrir los ojos ni la caja.
Julián:
--Ya puede abrir los ojos.
Yo, con miedo:
--¿No tiene nada vivo adentro verdad?
Julián se ríe:
--No florcita. ¿Cómo cree?
Yo, por fin me animé a abrir los ojos, y con miedo comencé a abrir la caja.
Julián, me dijo que soltara al unicornio porque para abrirla necesitaría las dos manos.
Yo, lo puse en la mesita de luz y retomé la actividad ahora sí, de abrir la caja con las dos manos.
Cuando la pude abrir, vi que adentro había una cajita musical con forma de corazón.
Julián:
--¿Le gusta?
Yo, no sabía qué responder:
--¿De verdad es para mí?
Julián:
--Sí, quiero que la cuide.
Era de una persona muy importante en mi familia y por eso decidí dársela a, porque usted es una persona muy especial para mí.
Yo, no quería aceptarla porque entendía que tenía un gran valor dentro de su familia y se la quise devolver:
--¡No puedo aceptarla!
¡No me pertenece!
Julián:
--¡Por favor, acéptela!
Quiero que usted la conserve.
Yo, no pude decirle que no:
--Está bien, la acepto. Pero aún sigo creyendo que es demasiado de su parte.
Julián me dio una pequeña llavecita y me dijo:
--Con esta llave, solo usted puede abrirla.
Aquí puede guardar todos sus secretos y sus emociones.
Todo lo que realmente guarda en su corazón. Por supuesto, me refiero a todo lo bueno.
Yo solo sonreí.
Julián colocó la llave en una pequeña cerradura que tenía la cajita y la abrió.
Dentro de ella, se encontraban varios compartimientos de colores con unos pequeños corazoncitos.
Yo:
--¿Qué hace?
Julián:
--Nunca deje de ser como es, nunca deje de creer, nunca deje de soñar, nunca deje de sonreír. Pero lo más importante es que nunca jamás deje de amar.
No permita que el odio y el rencor estén en su corazón.
Yo, no sabía qué decir. Así que solo sonreí y le dije:
--Muchas gracias.
Julián, comenzó a darle cuerda a la cajita.
Yo volví a agarrar al unicornio de cristal.
Pero pasó algo muy raro.
Mientras Julián le daba cuerda a la caja, comencé a sentir una sensación muy extraña.
Era como miedo, no sé, era un miedo diferente.
Julián había terminado de darle cuerda y comenzó a sonar una melodía.
Escuché apenas dos notas de la canción y mi corazón comenzó a latir muy rápido, sentí miedo y desesperación.
Comencé a temblar y sin darme cuenta dejé que se me cayera el unicornio de cristal al suelo.
Julián:
--¡Jazmín!
¿Qué pasa?
Yo, comencé a sentir como si un volcán hubiese explotado dentro mío, no era dolor, era fuego, un calor intenso.
Y algo en mi corazón que me decía que esa melodía me pertenece.
La canción me habla, solo tengo que entender que me quiere decir.
Comencé a llorar como desesperada, no sabía por qué, pero estaba llorando.
Julián pensó que lloraba porque se había roto el unicornio al caer al suelo, así que en una pequeña bolsa se puso a juntar las piesas rotas de cristal y me dijo:
--Tranquila, esto tiene arreglo.
Yo, no dejaba de llorar.
Julián se sentó de nuevo en la cama y me tomó en sus brazos. Comenzó a acariciarme el pelo y yo no podía calmarme.
Julián, siempre tan pacífico, como vio que no me calmaba comenzó a cantar una canción de cuna siguiendo la melodía de la cajita, que nunca dejó de sonar.
--A la nanita nana, nanita nana, nanita ea.
Mi niña tiene sueño.
Bendita sea, bendita sea.
A la nanita nana, nanita nana, nanita ea.
Mi niña tiene sueño.
Bendita sea, bendita sea.
Pimpollo de canela.
Lirio en capullo.
Duérmete vida mía.
Mientras te arrullo.
Duérmete que del alma.
Mi canto brota.
Y un delirio de amores.
Es cada nota.
A la nanita nana, nanita ea, nanita ea.
Mi niña tiene sueño.
Bendita sea, bendita sea.
A la nanita nana, nanita ea, nanita ea.
Mi niña tiene sueño.
Bendita sea, bendita sea.
Fuentecita que corre.
Clara y sonora.
Ruiseñor que en la selva.
Cantando llora.
Calla mientras la cuna.
Se balancea.
A la nanita nana, nanita ea.
Calla mientras la cuna.
Se balancea.
A la nanita nana, nanita ea.

Estaba como en otro mundo.
Sentía que ya había escuchado su voz antes, pero no recuerdo dónde.
Me pude calmar al fin con su dulce canto, pero aún sentía esa extraña sensación como si la melodía me quisiera decir algo.
Cuando me relajé por completo Julián me acostó en la cama y puso la cajita musical en la mesita de luz, me dio un beso y me dijo que no me preocupara porque el unicornio tenía arreglo.
Me sacó las zapatillas y me tapó con las frazadas. Apagó la luz y se fue.
La cajita, nunca dejó de sonar y debido a eso, me quedé dormida.
Cuando me desperté, fue porque Ángelo me golpeó la puerta y estaba desesperado:
--¡Jaz!
¡Jaz!
¡Jaz!
¡Despertate!
Yo:
--¿Qué pasó?
Ángelo:
--¡Ayelén metió lapata!
Yo:
--¿Qué hizo?
Ángelo:
--Le dijo a mamá sobre lo de las fotos del casamiento.
Yo:
--¿Cómo?
Ángelo:
--Sí, Julián no está así que no es tan grabe.
Bajá que vamos a cenar y de paso nos habla mamá sobre el tema.
Yo:
--Está bien.

Sólo Cerré Los Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora