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"They think I'm insane, they think my lover is strange".
Todos querían saber si realmente follaron en el baño, querían saber cómo las manos de la profesora Chae-Rin sujetaban el dorado y largo cabello de la alumna estrella Lalisa Manoban. Todos querían cómo la mayor se reía mientras escuchaba a la menor jadear su nombre, como la menor sujetaba sus caderas tan mal al ser penetrada por los largos de dos de su profesora. Todos querían saber si aquel rumor entre ellas era verdad.
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La profesora Chae-Rin era la más misteriosa, interesante, glamorosa, joven y sensual profesora de toda la universidad. Por su parte, Manoban era la estudiante más famosa a pesar de ser de primer semestre. Con solo 21 años Lalisa era la chica de la que todo el mundo hablaba, la hermosa e inteligente alumna extranjera, la famosa hija adoptiva del empresario Yang Hyun Suk.
Nadie se imaginaría que esa alumna 'modelo' se vería envuelta en tales especulaciones con la profesora de arte.
Para Chae-Rin los alumnos iban y venían, cada año eran unos distintos, cada año veía clases llenas de universitarios hormonales y chicas hermosas, las cuales, al igual que todos los demás, simplemente iban y venían. Lamentablemente ése no había sido el caso de Manoban.
Desde el primer día supo que la deseaba, era algo más allá de un simple deseo o capricho, quería a esa delicada muñeca tailandesa a toda costa. Y así fue, no pasó mucho tiempo hasta que Chae-Rin finalmente pudo saciar sus deseos con Manoban.
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Ya casi todo el instituto sospechaba que entre la profesora de danza y la excelente estudiante había algo, aquel favoritismo no era normal. Siempre que Manoban decía algo Chae-Rin la felicitaba, le sonreía y le daba la razón, incluso cuando la tailandesa se equivocaba.
Todos esos rumores se hicieron aún más verídicos en el momento en que descubrieron a la profesora Lee encerrada en el baño junto a su estudiante preferida.
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-Ahhh...Mommy- gimió la tailandesa con los ojos fuertemente cerrados y las manos aferrándose al lavabo del baño de la universidad.
La vista de su profesora de arte hincada de rodillas frente a ella con su muslo apoyado en su hombro y su cabeza enterrada entre sus piernas era demasiado para ella.
-Lalisa, no puedes gemir así, nos escuchará toda la universidad- la miró divertida para luego volver a regalarle aquel placer con su ávida y cálida lengua.
-Como...si no supieras...que y-ya todos lo sospechan- jadeó. La mujer soltó una risa nasal para después introducir su dedo medio en la mejor estudiante de su clase.