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"Smoking cigarettes on the roof. You look so pretty and I love this view".
En todos mis años como profesora de secundaria y bachillerato yo, Kim Jisoo, había visto más de una historia de amor entre mis alumnos. Esos chiquillos no estaban allí en sus pupitres solo para aprender de matemáticas e historia, también estaban allí para convivir socialmente con gente de su edad, para aprender a relacionarse con su entorno e ir incorporándose a la sociedad.
Por eso mismo nunca se me había hecho extraño ver parejitas saliendo o entrando felizmente de mi salón de clases, incluso podía notar a algún par dándose miraditas entre clase o mandándose notitas discretamente. Siempre me reí por lo bajo ante aquello y lo ignoraba. Al fin y al cabo era algo normal, eran adolescentes con las hormonas revolucionadas, solo respondían a sus instintos y su entrada a la pubertad.
Lo que si no pude pasar por alto fue la extraña relación que percibí entre dos de mis alumnas al iniciar el nuevo año escolar.
Eran Roseanne Park y Lalisa Manoban. A la primera ya la conocía de años anteriores, era muy buena estudiante aunque bastante tímida con el resto de sus compañeros. Mientras que a la segunda la veía por primera vez, por lo que pude escuchar entre los cotilleos de los pasillos la chica era tailandesa, no me sorprendió ya que se notaba de lejos que era extranjera, lo que sí me sorprendió fue el hecho de que la chica fuera la hijastra del señor Park, el psicólogo del instituto y padre de la señorita Roseanne.
La curiosidad fue mayor que yo así que decidí preguntarle a la chica directamente si Manoban era su hermana, a lo que ella me respondió con un seco: No somos parientes de sangre, ella simplemente es la hija de la esposa de mi padre. Me pareció extraño aquel tono de fastidio y recelo con el que la niña me había respondido, pensé que quizás ambas podrían llevar mal o simplemente no congeniaban del todo.
No podía estar más equivocada. Poco a poco me fui dando cuenta de aquellas miradas y sonrisitas cómplices, de los desvergonzados roces debajo de la mesa y las secretas escapadas entre clase o en los descansos.
Traté a mí misma de convencerme de que la actitud de ambas era algo normal entre dos jovencitas que eran amigas y hermanastras. Es decir, vivían en la misma casa, quizás hasta dormían en el mismo cuarto, quizás hasta se duchaban juntas... En fin, mi mente cuadriculada de profesora me impedía hacerme a la idea de que probablemente esas dos niñas tenían una relación más allá de lo normal en una hermandad o amistad de su edad. Por otro lado, mi subconsciente de mujer adulta reconocía desde mi lugar junto al pizarrón que aquella actitud no era de dos niñas inocentes sino de dos mujeres que sabían lo que hacían y lo que buscaban la una en la otra.
Desde entonces me propuse a escanear a detalle cada actitud extraña entre ambas. Conocía a la pequeña Rosé, ella era tímida y reservada, mientras que a Lalisa no la conocía para nada, a simple vista era extrovertida y siempre era quien tomaba la iniciativa de mantener mayor contacto físico del necesario con su hermanastra. Poco a poco se me fue metiendo en la cabeza la idea de que, si realmente pasaba algo entre ambas chicas y no eran solo ideas morbosas de mi cabeza, Lisa sería quien sonsacara a Roseanne, que sería ella quien confundiría a la hija de su padrastro.
