SEX || Lismin

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"Let's talk about sex baby, let's talk about you and me"


Oh señorita Manoban, eso fue inolvidable, quiero hacerlo otra vez. Eres loca como un animal... y no quiero que se termine. Oh Dios, cuéntame todos tus sueños y fantasías más oscuras.

-Jiminnie...- suspiró Manoban al sentir mis labios sobre sus duros y sensibles pezones. Besando, lamiendo y mordiendo. Succionando aquellos pequeños y hermosos botoncitos rosáceos. Me encantaba su piel, me encantaba ella, escuchar sus gemidos y saber que eran producidos únicamente por mí.

Desde el primer día Manoban, desde el primer día que te vi supe que tenía que tenerte, supe que tenías que ser mía. No importaba que fueras la asistente de la profesora de cocina. No importaba que estuviésemos en la universidad. Desde ese momento lo único que deseaba era tumbarte sobre el escritorio y hacerte mía de todas las formas posibles.

Y ese punto habíamos llegado, te habías hecho la difícil por mucho tiempo, pero yo había logrado acercarme a ti y ya que por fin te conseguí no pensaba dejarte ir, no daría marcha atrás, no podía y no quería. Esto es claramente un paraíso, tu cuerpo, tus gemidos, no podría detenerme nunca.

No hablemos de tonterías culinarias, Manoban, hablemos de sexo. Hablemos de ti y de mi. De todas las cosas buenas y las cosas malas que podríamos hacer. Sólo dime lo que gusta y lo que quieres, yo lo cumpliré sin dudar.

-Ah...Lalice- tus labios bajando por mi abdomen, succionando mi pelvis, saboreándome de la manera más deliciosa y placentera que existe.

Eres rápida, te gusta ir al grano. No creas que yo seré así de directo contigo, te torturaré y te destrozaré de placer y éxtasis. Haré que me ruegues y supliques, que cuando te corras sepas que lo haces gracias a mí.

Levantaste la vista y me dejaste apreciar tu rostro, desesperado y nervioso, observándome con toda la pasión contenida que tus grandes y brillosos ojos podían irradiar. Por primera vez me sentí débil ante una mujer, me hiciste sentir como un pequeño cordero que se entrega a una gran leona salvaje. Quizás no lo dijese, Lalisa, pero sé que me deseabas y podía notar que vacilabas antes de hacer cualquier movimiento.

Oh...Mierda...Tus labios cubriéndome, tu lengua viajando por mi extensión dura y dolorosa. Ah, tu sonrisa ladina y seductora al escuchar mis jadeos...Joder, ese hilito de saliva cayendo por la comisura de tus labios brillosos y apetecibles.

Me tenías completamente a tus pies, dispuesto a hacerte lo que pidieses y a dejar que me hicieras lo que desearas. Sabía que te sentías poderosa de tan solo saber el efecto que causabas en mí.

-¿E-estás Bien, Oppa? ¿Quieres que pare?- No puedo más...ah...tu voz ronca, sensual y agitada. Dios...tus ojos entornados y lujuriosos.

-Sí, mierda...no pares- sé que es poco caballeroso, pero no pude evitar tomarte de la cabeza y acercarte de nuevo a mí -por favor, sigue...Ahm.

Oh, Lalice...Quiero saborearte, quiero probar tu cuerpo como tú has hecho como el mío. Sé que no pasará mucho antes de que lo haga. Quiero degustarte. Sí, soy un maldito pervertido y contigo quisiera serlo más. Quiero darte todo de mí. No me importa que estemos aquí, no me importa que cualquiera pudiese escucharnos o descubrirnos. Me encanta sentir el peligro junto a ti.

Me coloqué suavemente sobre ti. Bajé mis labios desde tu cuello hasta tu abdomen. Acariciándote, apretándote y disfrutándote. Tu cuerpo para mi es una escultura, no puedo más que admirarte como la hermosa diosa que eres. Eres perfecta Manoban.

Me detuve al toparme con el botón de tus pantalones negros. Esos pantalones que te quedaban tan bien, que te hacían ver más deseable de lo que de por sí eres. Tantas veces había soñado con desabrochar aquel botón, con tomar el dobladillo y bajarlo por tus largas y torneadas piernas femeninas para, una vez al descubierto, besarlas como tantas veces había querido. Aún así en ese momento me sentí débil, como si estuviese en un sueño, como si aquello no fuese normal, porque sí, para mí tu belleza no es normal.

Levanté la vista y te miré, desesperada y nerviosa, observándome con toda la lujuria y desesperación que tus ojos podían irradiar en aquel momento. En ese momento tú eras la ovejita y yo era el león. Me sentí poderoso de tan solo saber que ahora yo (y solo yo) era el causante de ese efecto.

Finalmente me decidí y desabroché el botón para poder deshacerme de esa estorbosa tela negra que me separaba de tu nívea y tersa piel.

Una vez olvidada la estorbosa prenda pude estar piel con piel contigo, pude sentir el contraste de tu piel, suave en las zonas más expuestas y todavía más sedosa en las más recónditas. Pude tantear la sensibilidad de ese botoncillo sonrosado y carnoso, así como la calidez y estrechez de aquella parte tan sensible y tan íntima de tu cuerpo.

Sabía perfectamente que no era el primer hombre en tu vida, pero no me importaba, sería el primero en hacerte enloquecer y explotar en el indescriptible placer. No importarían los anteriores, yo marcaría un antes y un después en tu vida, después de mí no verías nunca el sexo de la misma manera.

Mis dedos, Lalice. Mi lengua. Mis labios. Oh, por Dios...sabía que te estaba llevando al cielo. Podía sentirte cada vez más cerca.

-Oh, Jiminnie...oppa- tus gimoteos eran música para mí.

Al sumergirme en ti, en ese asilo cálido y tan estrecho que en ese momento solo yo tenía el honor de penetrar...joder, no sabes lo delicioso que me sentí. Verte así, entregada y sumergida en esa estrepitosa algarabía de placer y deseo, me hacías querer aún más. Mi corazón latía desbocado, sentía mis músculos contrayéndose bajo tu cuerpo. Escalofríos recorriendo mi espalda, jadeos femeninos invadiendo mis oídos.

Tus caderas marcando el ritmo perfecto de aquel exquisito vaivén. Tus perfectos pechos subiendo y bajando con cada envestida. Tus uñas clavándose en mis hombros. Tu labio inferior entre tus dientes para evitar gritar de placer.

Me tenías cada vez más cerca. Ah... lo sentía...Podía saborearlo... Mis dedos tocaban el placer...El éxtasis quería expandirse por todo mi cuerpo y arrastrar el tuyo también.

-Ah...Jimin-Oppa- sí, te ya habías llegado al clímax, pero ahora era mi turno de llegar allí contigo.

-Joder, ya casi...- no podía más –Q-quiero correrme en tu boca.

-Claro, Oppa.

No podía creer que solo bastaba verte entre mis piernas, completamente dispuesta y con la boca bien abierta para que me corriera como nunca lo había hecho.

Oh Dios...eso fue increíble, quisiera hacerlo de nuevo. Me gustaría comerte como un caníbal, volver a devorar tu cuerpo dulce como canela.

Quiero volver hacerlo allí, en el escritorio del profesor...o llevarte a mi casa y hacerlo en la ducha. Mierda nena, follaríamos por horas.

-Quiero hacerlo de nuevo- era como si me hubieses leídos la mente.

-Como lo desees, siempre puedes tenerme.

Iba a volver a atacar tus labios cuando...

-La profesora de cocina- murmuraste al ver su silueta, aún así no quisiste moverte de entre mis brazos.

-¡Park Jimin! ¡¿Qué demonios hace con mi asistente?! ¡Salgan de ahí inmediatamente!

Mierda, la profesora Jennie Kim. Estábamos muertos...o quizás no.

ALT ER LOVE || Blackpink & BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora