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*ADVERTENCIA: éste cap contiene escenas de sexo bastante explícitas, no apto para personas sensibles.
"The wine, the women, the bedroom hymns"
-Esto es una mala idea- la voz tímida de Jungkook llamó la atención de todos.
-No. No. No. Ni sueñes que nos echaremos para atrás, ya hemos estado montando todo este espectáculo de "buscar a Dios" "necesitar ayuda espiritual" y toda esta porquería por mucho tiempo, yo ya quiero ponerle fin, no soporto ver a Jennie en esta casa todos los días y no poder tenerla- la voz de YoonGi sonaba ronca, profunda, desesperada.
-Creo que la asustaremos y saldrá corriendo, chicos, de verdad- murmuró Taehyung con la mirada perdida y distante. Realmente estaba nervioso.
-Él tiene razón, chicos, sabemos cómo es Jennie, se escandalizará y se asustará, pensará que queremos hacerle daño- esta vez fue Hoseok el que habló.
-Por dios, ya no nos podemos echar para atrás, lo habíamos decidido, además...no pueden negar lo sensual que se ve con ese hábito inocente. Somos unos depravados de mierda, chicos, pero ya no hay nada que hacer- Namjoon sonaba decidido, firme, nada lo haría cambiar de opinión.
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Eran siete. Siete chicos que vivían juntos desde hacía ya mucho tiempo, en las tardes solían quedarse en el balcón de la casa a fumar mientras veían los coches y la gente pasando por la calle, mientras la veían a ella pasando por la calle.
Jennie Kim, o mejor conocida como "La hermana Jennie", era una de las monjas más jóvenes de la iglesia que quedaba casi en frente de la casa de los chicos.
Todos los días la veían salir a jugar con los niños que iban a catecismo, así como hablar con la gente que iba a iglesia en busca de un lugar tranquilo para encontrarse con Dios, o incluso la veían hablar con los más necesitados y darles el apoyo y todo lo que necesitaban.
Habían estado así, mirándola a escondidas y deseándola intensamente, por meses y finalmente se les había ocurrido la manera perfecta de estar con ella.
Siete chicos que nunca han conocido a Dios. Siete chicos que necesitaban intensamente de alguien que los guiase por el buen camino y les enseñase a ser mejor persona.
Habían hablado con la madre superiora e incluso habían tenido que sobornar a más de un "religioso inquebrantable", pero finalmente lo habían conseguido. La hermana Jennie llevaba ya casi tres emanas viviendo con ellos.
Y esa noche sería la noche en la que se encargarían de mostrarle a esa religiosa jovencita de vida monástica las delicias que te priva el celibato y la castidad.
