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El abrazo terminó cuando Yoongi se dio cuenta que habían pasado varios minutos, pero había sido genial la sensación.
Seokjin incomodo y evitando a toda costa la mirada del menor que estaba más rojo que un tomate lo tomo de la mano y lo arrastró entre la gente.
Subieron a la gran rueda de la fortuna, la vista era genial, se veía todo Seoul, y la gran feria iluminada.
Yoongi que al principio se negó a subir estaba más que fascinado con la vista, juraba que era lo más hermoso que había visto alguna vez, claro después de los ojos de su hyung.
Seokjin ocultaba pequeñas sonrisas que se le escapaban cuando veía lo tierno que se veía el menor, parecía tan sorprendió descubriendo un nuevo mundo. Y no era mentira, Yoongi en 17 años nunca había pisado algo fuera del internado sin contar el centro del pequeño pueblo donde iba los fines de semana, pero no conocía nada más.
Bajaron de la rueda de la fortuna y Yoongi quiso volver a subir, de nuevo admirando la vista, Seokjin no pudo ocultar la risa cuando de los labios del menor salió un Wow fascinado por la vista, entonces una idea llego hasta él, vio la hora en su fino reloj y fijo una alarma, aún tenía tiempo para mostrarle más cosas a Yoongi.
Cuando bajaron los dos estaban más animados, Yoongi de pronto quería probar toda la apetecible comida del lugar, probaron las manzanas acarameladas, las brochetas de pescado, y diferentes postres.
Seokjin escuchó la pequeña alarma que programó y le indicó a Yoongi que irían a un nuevo lugar.
Poco a poco la feria empezaba a quedar atrás, el ruido cada vez se oía más lejos.
—Hyung, ¿a dónde vamos?— bostezo.
—Ahí— señaló mirando a Yoongi.
Este dirigió su vista y se estremeció cuando vio un mirador desde donde la feria y toda la cuidad se veía, incluso estaba por encima de la rueda de la fortuna, Yoongi sintió que había encontrado su lugar favorito en la tierra.
—¿Te gusta?— susurro el mayor sin despegar los ojos de la increíble vista.
Devolvio la vista al menor cuando vio que no había respuesta de su parte. Su corazón se disparo como loco cuando notó que Yoongi estaba sonriendo con la mirada completamente cristalizada admirando toda la espectacular vista.
—Me encanta hyung, realmente me encanta—
Y de nuevo estaba esa sensación que perturbaba al mayor, ¿qué sentía? No lo sabía pero le gustaba y eso era lo que le aterraba.
Ambos contemplaron en silencio el majestuoso lugar.
—Hyung, gracias por tráteme aquí, me divertí mucho, nunca me había divertido tanto— de pronto se sintió muy tímido.
—Es un placer, y no es la última vez que saldremos, así que ve acostumbrándote, haremos esto por lo menos una vez por semana— Seokjin era muy energético y positivo.
Y en secreto Yoongi amaba eso, porque su hyung le contagiaba esos sentimientos de felicidad, los que jamás creyó sentir alguna vez.
Se miraron sin darse cuenta, regalándose sonrisas sinceras, Seokjin acaricio la mejilla del menor transmitiéndole todo el cariño que comenzaba a sentir por él, aunque aún no fuera muy consciente de ello.
Yoongi se sonrojó pero no quería que el contacto terminara nunca, y esa sensación de calidez lo volvió a invadir.
—Aquí hay otra sorpresa— Seokjin lo giro delicadamente pegándolo un poco a él, dejando sus manos en los hombros del menor, Yoongi quiso llorar cuando vio los cientos de fuegos artificiales que adornaban la hermosa noche de luna llena, millones de colores explotaban alrededor de ellos, parecía magia, y así se sentía también su corazón, como si miles de fuegos artificiales estuviesen explotando dentro de él.
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