Las escaleras suben, las escaleras bajan, yo solo oigo mis pasos golpeando tu piso sagrado. Quizá era tan él cuando estaba solo que daba miedo.
Todo reluciente, impecable menos el escorpión tocándote la puerta, te perturba, solo ahí supiste que mis pasos te atemorizaban lo suficiente como para sacarme de vos. Señor, quiero perderme en uno de sus abrazos de nuevo.
Quizá en este infierno no cabemos los dos, y el rechazo es como bajar la escalera de noche, una escalera que no termina en ningún lado.
crisis existenciales?
O quizá no,
me estoy hundiendo mientras tiemblo
por esto
o por lo nuestro
o por mí
o por nada.
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