No se como me siento. Tengo ganas de vomitar cosas vagas y malas, de caminar sin rumbo y dejarte tranquilo si es que tanto deseas eso.
A veces creo que voy a morir pronto. Quiero ser la cosa más chiquita del mundo y que me aprecien y acaricien con ternura. O quiero dejar de tener miedo y ser gigante e invensible como tus ositos de peluche.
No lo se, no se nada. Hablo de filosofía con mamá y lamento el estereotipo adolescente. Adolece. Sufre. Es una melancolía inconsciente de la infancia perdida.
Septiembre parece eterno.