33. Dos bandos.

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Meses después.

Draco, Ronald, Harry y Ginny corrían por sus vidas, unos malditos carroñeros les habían pillado y todo por la fragancia del perfume de la pelirroja.

No quedaba tiempo de culpar, sacar cosas en cara, ni siquiera llorar.

Correr por sus vidas era lo único que llenaba los pulmones de aquellos chicos.

Pero todo lo bueno tiene su fin.

Draco, sopesando de su futuro, apunto a Harry mandando un hechizo de desfiguración.

Estaban atrapados.

***

Hermione caminaba por los pasillos de su grande mansión, Voldemort no estaba, solo se encontraba su fastidiosa tía, su madre en la habitación, y algunos mortios dando vueltas en la cocina.

Nada de que preocuparse.

A menos, claro, tener alguna información sobre el paradero de Draco, pero como no lo tenía, le carcomía la mente.

Su madre preguntó algunas veces por Luis, que había pasado con él o donde estaba.

Hermione solo sonreía y le tranquilizaba, con el tema de que era un cobarde y había escapado.

Para los demás, tanto Voldemort y gente chismosa, su padre quedo como traidor a la sangre, escapando de su tortura y yendo a un lugar muggle, todos creyeron. Todos menos Voldemort, que tenía sus sospechas, pero como Luis solo era una piedra en su zapato, mas adelante hablaría con Hermione para saber que había pasado exactamente con él.

Se oyeron varios murmullos terminando en gritos.

Hermione freno su caminata y bajo al comedor.

Tres carroñeros estaban con cuatro personas, las cuales tres reconocía a la perfección, y una tenía la cara totalmente desfigurada.

Su corazón dio un vuelco al reconocer a su amante en aquella sala.

—Señora, creemos que ante usted, le tenemos a Harry Potter con sus amigos. —habló el mas viejo, con aspecto desechable.

—¿Como me aseguras que ese es Harry Potter? —cuestiono Bella de mal gusto, observando detenidamente a cada acompañante.

—Los encontramos en las afueras de un bosque, escondidos. Tenemos el presentimiento de que son ellos. —sonrió confiado.

—¡Hermione!—grito Bella, ella le sacaría de dudas obviamente.

Hermione se  acerco a la escena, intentando demostrar soberanía y confianza.

No podía darse el lujo de titubear.

Draco levantó por primera vez la mirada, sintió todo su cuerpo temblar, sabía a quién encontraría y no tenía un punto de apoyo.

Necesitaba verla, tocarla, abrazarla.

Sus miradas conectaron, quizás no fueron mas de 10 segundos, pero la chispa estaba presente, los ojos avellanas de Hermione encendidos de furia conectaban con los grises confundidos de Draco.

—¿Ellos son tus compañeros, los tan apreciados grupo de oro, reconoces a Harry Potter? —pregunto Bella acercandose a Hermione, quien le mostraba miradas ácidas.

Bella le empujó para que se acercará a ellos, con cuidado, les miro detenidamente.

Efectivamente eran ellos, ¿que mas podrían esperarse?

—¡Oye tú imbécil! ¿De donde sacaste esa espada? —Bella se dirigió a otro carroñero, él cual sonreía con su juguete nuevo.

—¿Esto? Es de ellos, me la quede. —dijo burlón.

—¡Esa espada es mía! ¿Como cojones la tienen ustedes imbéciles? —Bella le rapo la espada al carroñero, le pidió a Greyback que se los llevara lejos, y le dijo a Hermione que llevara a los incitados a su cabalozo.

—Dejame al sangre sucia, de resto llevatelos, necesitó respuestas. —pidio Bella en la oreja de Hermione haciéndole temblar hasta la pelvis.

Tomo a Draco de su brazo, el le mando un mirada de suplica, ella solo dio un apretón y se lo entregó como cerdo al matadero.

—Caminen. —vociferó a los otros.

Caminaron hasta el cabalozo, permitió la entrada de Ginny quien le miraba con despreció, y Harry le sostuvo la mirada.

—¿No harás nada para ayudarle?—pregunto fríamente.

—Necesito tiempo idiota. —dijo de mala gana.

—¡No tenemos tiempo!

Un grito proveniente de la garganta de Malfoy se hizo presente en aquella oscuridad.

—¡Necesita tu ayuda!

—No puedo hecharlo todo a perder san Potter. Todo tiene que ser estratégico, les ayudaré, pero no puedo permitirme el lujo de que sospechen. —dada por finalizada la conversación, cerro la reja y volvió arriba.

Ronald iluminó la celda y encontraron a Luna, Dean y Griphook.

Hablaron de como estaban, y como salir de allí.

Harry tomo su espejo roto, y como pudo, pidió ayuda.

***

—¡Maldita sangre sucia! ¡Habla!

Draco se removía del dolor, su espalda se contraía, sus musculos se recogían, su cabeza explotaría.

Hermione se acercó a su tía con intenciones de que parará.

—Le matarás. —dijo como si se refiriera a un animal.

—Me importa madres. Este sangre sucia no merece vivir. Aparté que nadie le echara de menos. ¡Crucio!

Draco volvió a gritar de dolor, su garganta ardía por las suplicas de basta.

Hermione entro a una pelea consigo misma y con los demás.

Podría mandar todo a la mierda en este instante por Draco y ayudarle, salvarlo de aquella mujer desquiciadas y correr para librarsen.

O podría dejarlo morir a manos de su tía, a la final, es una muerte por el bienestar de los demás.

—¿Te duele, sangre sucia? Porque eso es lo que eres, una inmunda, despreciable, bicho rastrero, menos que las ratas, no vales ni un misero peso, los duendes hasta pasan encima tuyo maldito engendro...

—¡Crucio! —Bellatrix solto la varita sin prever el ataqué, y cayó al suelo retorciéndose de dolor.

Sangre Pura >Dramione< ∆PAUSADA∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora