Capítulo 12

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Terminó de ducharse y salió a buscar su ropa, teniendo cuidado de no pisar algún vidrio que estuviera en el suelo.

Sacó su ropa interior y un short de cuero negro de un cajón de su armario, abrió las puertas del mismo y sacó de allí una blusa blanca, algo transparente y holgada, y sus converse blancos de bota, se apresuró a cambiarse para luego bajar a desayunar.

-Buenos días –musitó Spence al llegar al desayunador

-Buenos días –contestó felizmente Jess- ¿Cómo amaneciste?

-Mejor –dijo en un lento suspiro

-¿Qué te sucedió en la rodilla? –dijo mirando la rodilla de Spence, estaba roja y parecía tener una gran cortada

-Nada… cuando desperté decidí tomar una ducha y fui a mi habitación, pero caí y me clavé un vidrio en la rodilla, eso es todo. Hola Fido –saludó al perro que se acercaba a ella

-¿Pero estás bien?

-Sí, no te preocupes por eso, estoy bien –contestó mientras acariciaba la gigantesca cabeza del perro

-Bueno. Oye después de desayunar arreglaremos tu habitación y luego yo saldré

-¿Saldrás? –Jess asintió mientras le entregaba su plato de desayuno a Spence -¿Con quién?

-Es un secreto –sonrió, Spence la miró fríamente-. Después te lo diré, sólo quiero asegurarme de que alguien haya cumplido con su parte del trato

-Ok –dijo sin más escrúpulos

Terminaron de desayunar y se dirigieron a la habitación de Spence.

-Tenemos que hacer un gran trabajo para arreglar esto –dijo Jess mirando alrededor-. Ok, creo que no te tengo que hacer enojar porque no me puedo ni imaginar lo que me harías a mí

-No hago esto cuando estoy enojada sólo que ayer… tenía muchos sentimientos juntos, ya no lo volveré a hacer

-Eso espero, porque si no mi madre nos matará y las tarjetas que tu madre te dejó se quedarán vacías

-Podemos… podemos no hablar de mi madre, por favor –pidió Spence

-Está bien

Comenzaron a arreglar la habitación.

(…)

Al terminar quedaron completamente agotadas.

Jess tenía razón, tenían que trabajar mucho para que la habitación quedara como antes y para quitar la sangre de la mano de Spence de la pared.

-Bien, me daré una ducha y luego me voy –Spence asintió y se sentó en el sofá para ver televisión

Apuéstale a la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora