Capítulo 24

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-Bueno, nuestra primera actividad va a ser el contacto visual, ¿puedes mantener el contacto visual con un chico, Spence? –preguntó la psicóloga

-Sí, no me siento intimidada por ello

-Bien, pues quiero que me lo demuestres. Necesito que Harry y tú se miren a los ojos por más de... cinco minutos

Eso era incómodo, después de las preguntas que Spencer le había hecho a Harry se sentía algo incómoda.

¿Acaso se sentía celosa porque Jade pudiera lograr conquistar a Harry? No, eso no le importaba ni en lo más mínimo.

¿Se sentía celosa de que Jade y Harry pudieran tener algo? Eso sí, porque es muy diferente el que ella lo conquiste a que él se deje engañar por una perra como lo es Jade.

-Bien –dijo Caroline- eso es perfecto. Ahora pasaremos al contacto

-¿Qué?, no puedo

-Tú puedes, Spence -la animó Harry, ella sonrió involuntariamente

-Lo único que necesito es que Harry y tú se abracen –Spence se notaba algo asustada-... bueno iniciemos por lo más fácil, ¿qué te parece si mejor es contacto con las manos primero?

-¿A qué se refiere?

-A qué tú y Harry se tomen de las manos, iremos avanzando poco a poco. Tal vez hoy con las manos, el próximo lunes podemos llegar a los abrazos cortos y así, es una forma de hacer que avances, para que ya no tengas tanto pánico al estar con un chico –ella lo sopesó un poco y al final asintió.

Tendría que estar tomada de la mano de Harry.

Y así fue... ese lunes sólo llegaron al contacto con las manos.

El mes pasaba rápido.

Spence veía más seguido a Harry. Ahora se llevaban mucho mejor. Sonreían juntos, salían a veces a tomar algún café o por un postre. Casi todo volvía a ser como antes. Pero eso estaba desarrollando algunos sentimientos de Harry hacia Spence y de ella hacia él.

Para ellos todo eso era confuso, pero Harry sabía que no podía enamorarse de su mejor amiga, porque... pues son mejores amigos, sólo eso, y Spence sabía que no eran ciertos esos sentimientos de ella hacia él, pensaba que sólo se refugiaba en él y lo único que sentía era un gran e inmenso cariño hacia él, sólo eso, nada más.

(...)

Vacaciones, benditas vacaciones-pensó Spencer-. No faltaba mucho para que fuera navidad, sólo algunos cuantos días.

Después de seis meses con la psicóloga Caroline, ella ya estaba relativamente bien.

El timbre de la casa comenzó a sonar. Era demasiado temprano.

Sonó una vez más y nadie se levantaba a abrir.

Con la cara de adormilada y a regañadientes, Spence se levantó de la cama y se dirigió hacia la planta baja. Miró por la mirilla y allí se encontraba Harry, con una mujer detrás de él.

Apuéstale a la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora