Capítulo XIII

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*P.O.V Khaled*

– Muy bien, que sea lo más pronto posible, por favor. Bien. Adiós. – Cuando colgué el teléfono no pude evitar sentirme mal por todo lo que le estábamos haciendo pasar a Verena, pero no había más opción. Él no daría su brazo a torcer y yo no dejaría que él se llevara a mi hermana y quedarme de brazos cruzados. – Vamos, no estés así. Es algo que tengo que hacer.

– No quiero que haya más problemas entre papá y tú. – Dijo con tristeza. Presenció la conversación que tuve por teléfono con el abogado desde el umbral de la puerta de mi despacho, con el mismo ánimo que ha tenido desde la visita de mi padre, o aún peor que antes.

– No los va a haber, ni si quiera estaremos en contacto, todo es asunto de los abogados.

– ¿Por qué se odian tanto? – ¿Odio? La verdad ni yo mismo sé si es odio.

– Tal vez no he podido perdonarlo. – Y la verdad así es.

– ¿Perdonarlo? ¿Por qué?

– Olvídalo, son cosas del pasado. ¿Vendrás conmigo mañana?

– Khaled, es un viaje de trabajo, por supuesto que no voy a ir. – Mañana tendría que irme por cuatro días a Oregón ¡Ni loco la dejaría sola aquí! – Y menos si es con Savannah... – Murmuró algo inentendible.

– ¿Qué?

– Oh, nada. Es mi última palabra, no iré.

– No te dejaré aquí, lo siento.

– ¡Pero estaré con Byron, por favor! Son sólo cuatro días, tampoco es para tanto. Deja que me quede.

– Bien, pero nada de salidas por las noches y Byron te vigilará el triple...

– Sí, sí...

*P.O.V Savannah*

Alessia y yo preparamos la cena. Ella se iría al hospital en unas horas y ya no la vería hasta que volviera de Oregon en cuatro días y yo me iría mañana a primera hora. Desde que la conozco no había pasado tanto tiempo lejos de ella, ni si quiera en navidad o vacaciones, siempre las pasábamos juntas. Luego de cenar fui a empacar y ella quiso ayudarme, lo cual no me molestaba, sólo que tenía la costumbre de hacerme llevar más ropa de la necesaria.

– ¡¿Qué diablos es esto?! ¡No pensarás llevarlo contigo, ¿verdad?! – Dijo tomando con sólo sus dedos pulgar e índice mi pijama favorita, un camisón azul pastel que me llega a las rodillas, me queda un poco grande pero es muy cómodo.

– ¿Qué tiene de malo? – Le arrebaté la prenda de las manos.

– ¡Dame eso! No puedo creer que aún lo conserves, no dejaré que eso salga de éste departamento. – La verdad no pensaba llevarlo pero por molestar a Alessia lo consideraría.

– Pues, lo siento pero es mi equipaje y no podrás evitarlo. – Cuando ya hube acabado de empacar, cerré la maleta y me aseguré de que Alessia no se le acercara hasta que se fuera al hospital. Fui a ducharme antes de irme a la cama y cuando salí del baño ella estaba saliendo de la habitación.

– Bueno, ya me voy al hospital. – Su sonrisa estaba más ancha de lo necesario a pesar de que se estaba despidiendo ¿qué le causaba tanta gracia?

– ¿Qué te pasa?

– Oh, nada. Te extrañaré, lleva lencería sexy por si acaso, ya sabes, no todas tenemos semejante jefe y en exclusiva por cuatro días ¡menos...! – Antes de que pudiera decir algo me sacó la lengua en un guiño y salió por la puerta. Alessia nunca va a cambiar...

Incluido En Mis PlanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora