CAPITULO XIII: EL PECADO DE UN DIOS

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¿Así se siente un beso? Nunca había experimentado uno, pero no imaginaba que fuera una sensación tan maravillosa. Nuestros labios hacen contacto lentamente. Pareciera que el tiempo se detiene. Mi corazón se va acelerando y el beso parece no terminarse nunca.

¿Qué es esto que estoy sintiendo? Es algo nuevo, algo que nunca había sentido antes. ¿Así se siente estar enamorado? No, no. ¿Qué estoy haciendo? No puedo seguir con esto... o tal vez sí. No lo sé. Realmente estoy enamorado de Abbie.

–Espera, Cupido. ¿Qué estamos haciendo?
–Eso no lo sé, Abbie. Sólo sé que estoy enamorado de ti. Ya te lo dije.
–Es que no puedes estar enamorado de mí. Eres un Dios y yo una simple mortal.
–Yo sé lo que siento, Abbie.
–Pues olvídalo, Cupido. Ese amor es imposible.
–Ningún amor es imposible cuando se ama de verdad, Abbie.
–¿Ah, sí? ¿Cómo los haces posibles, señor Dios? ¿Con tu mágico hilo rojo irrompible que une almas y corazones? ¿O con tus promesas de «Juntos por siempre» que siempre se rompen? El amor no sirve, Cupido. Es irónico decirle eso al Dios del amor, ¿no? ¡Ja!
–¿Por qué siempre piensas de esa manera?
–¡Porque tengo miedo! —Sus ojos comenzaron a reflejar tristeza— Le tengo miedo al amor. No quiero sufrir otra vez.
–¿Por qué le tienes miedo al amor?
–... La primera vez que me enamoré, creí que tendría la relación más bonita del mundo. Pero no fue así. Todo fue un desastre —Comenzó a llorar—. Sólo fueron decepciones tras decepciones... Y el muy infeliz lo que hizo fue aprovecharse de mí. Después de eso, me engañó. Lo que más me dolió de todo, Cupido, no fue el que se aprovechara de mí y me quitara lo más sagrado que tenía como mujer, o que me engañara después de eso. Lo que más me dolió fue que me haya enamorado perdidamente de ese infeliz. Me marcó por completo, pero no de una bonita manera, y eso duele, Cupido. Eso te hace desconfiar de todo. Cuando estás enamorado, haces estupideces, estupideces de las que luego te arrepientes, como... Como entregarle tu primera vez a la persona equivocada. El amor no existe, Cupido.
–Es duro lo que dices, Abbie. Lo sé. Pero no por eso debes vivir desconfiada. Al amor no hay que tenerle miedo, a las personas sí. No todos son malos, Abbie.
–Para ti es fácil decirlo.
–Si tanto miedo le tienes al amor, ¿por qué estás con Alex?
–No estoy con Alex. Al menos no de la manera en cómo se ve. Él me dijo que también está enamorado de mí. No le conté mis razones para no querer otra relación, sólo le dije que no estaba preparada para una. Él insistió e insistió y le dije que le daba la oportunidad para que me demostrara que lo que siente es real.

Tal vez estoy cometiendo un error con todo esto. Tal vez debería resignarme a Abbie y dejar que Alex la haga feliz. Tal vez, sólo tal vez... lo mejor sea decirle Adiós a Abbie y a lo que siento por ella.

MIENTRAS TANTO, EN EL OLIMPO:

–Señora Venus, tiene usted suerte de que yo haya venido al Olimpo a buscar polvo de estrellas.
–Igual te iba a obligar a venir, Orión.
–¡Agh! Bueno, dígame, ¿qué sucede ahora?
–El tiempo se agota. Cupido se ha enamorado más de esa mortal y Marte no da señales de resignarse a su plan por provocar una guerra en la tierra. Debes traerme a Cupido lo antes posible. Que regrese al Olimpo ya.
–Ahora que lo pienso, señora Venus, no es tan malo que Cupido se enamoré. El muchacho es joven, necesita amor.
–Nú no lo entiendes, Orión. ¿Sabes qué es «El Pecado de un Dios»?
–Emm... no.
–Nosotros, los Dioses, nos referimos así cuando un Dios se enamora de una mortal. Hace mucho tiempo, se prohibió estrictamente que cualquier Dios se enamorara de un mortal. Hay una razón para esto: Los Dioses pierden sus poderes cuando esto sucede. Nunca descubrimos por qué pasaba esto, así que Júpiter decidió imponer esa ley. La más importante, la que nunca debe romperse. Primero comienza con los sentimientos. Con el primero beso con un mortal, se van debilitando los poderes del Dios. Si copulan, todo acaba. En el peor de los casos, uno de los dos podría morir en el acto... o ambos.

Esto es terrible. Tal vez sea la razón por la que Cupido ya no puede sentir la presencia de otros Dioses. Cupido está en peligro por sus propios actos y no lo sabe. Debo encargarme de esto antes de que sea tarde. Por favor, Cupido, espero que no hayas llegado tan lejos con Abbie.

Un Cupido enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora