Capítulo 6

3.6K 100 8
                                    

Era martes, Sergio se despertó. No había nadie en la casa. Miró su despertador y vio que eran las once de la mañana. Se encontraba solo. Algo dormido y con los pelos alborotados, se levantó y fue directo a la cocina a prepararse el desayuno, bajando las escaleras de su casa, apoyándose en la pared a causa del dolor en sus piernas. Puso a calentar un vaso de lecho y se miró en el reflejo del microondas, seguía teniendo la cara de una chica.

Suspiró agachando la cabeza y se dio cuenta de algo que no había notado antes. Extrañado, se levantó la camiseta que llevaba y observó cómo sus pezones estaban duros y su pecho había crecido solo un poco. Colocó su dedo en su pezón y el contacto con su dedo le fue muy sensible. "Lo que faltaba..." Dijo poniéndose la camisa y ocultando sus pequeños pechos que se notaban con la camiseta ajustada que llevaba.

Sergio sacó la leche del microondas y unas galletas como desayuno. Al acabar, fue al baño como de costumbre, era una rutina ir al baño a mirar su cuerpo completo. Se miró de arriba abajo y observó los cambios en su cuerpo. Su culo había crecido, estaba más grande y redondo, y su pene seguía ahí, pequeño, pero estaba ahí. Se alegró bastante de aquello ultimo.

Se quitó toda la ropa, quedando desnudo, con ese cuerpo medio hombre, medio mujer. No giró su cabeza para verse en el espejo y se metió en la ducha. El agua caliente caía por todas partes de su nuevo cuerpo. Pasó el jabón por sus brazos, por sus piernas y por su vientre. El sudor se mezclaba con el agua y desaparecía, además lavó su nuevo y liso pelo.

Sergio miró sus pequeños pechos. Los tocó y notó lo suaves que eran. Pellizco uno de sus pezones en un acto involuntario y no pudo evitar soltar un gemido de placer. Él se tapó la boca al oírse. Pero había sentido una descarga tan placentera que, decidió volver a probar, esta vez tratando de mantenerse callado y no se detuvo. Empezó a masajearse sus pechos y pellizcarse con ansias sus duros pezones. Su pequeño pene se puso erecto. Estuvo masajeándoselos por varios minutos hasta que empezó a soltar semen. Entonces paró. Sergio se sentía agotado.

Avergonzado de lo que acababa de hacer, salió de la ducha y enrolló la toalla por todo su cuerpo. Fue a su habitación y revisó su armario en busca de alguna ropa que ponerse y prácticamente todo el armario estaba lleno de ropa de chica. Su madre le había cambiado la ropa mientras dormía. Había de todo, de shorts hasta tops. Sergio suspiró y maldijo su madre entre dientes. No tuvo otra opción que ponerse lo que su madre le había dejado, cogiendo unas bragas y poniéndoselas bajo unos pantalones vaqueros que le venían ajustados y marcaban su culo, por otro lado, su polla era tan pequeña que no se notaba y podía ponérselo cómodamente, luego se puso el sujetador y una blusa rosa y azul para pasar la mañana. Sergio quería probar algo nuevo por una vez con ese conjunto puesto.

Se miró en el espejo y se sonrojó al verse en él, parecía una chica y a simple vista, él ni se reconocía. Al verse así, sonrió solo un poco.

La mañana pasó rápida. Estuvo jugando a sus juegos online favoritos y se lo pasaba bien, aún no había perdido ese interés por ello y esperaba que no fuera así. Se hicieron las 3 y alrededor de esa hora, llamaron al timbre de su casa. Sergio levantó una ceja preguntándose quien podría ser. Sus padres tenían llaves así que fue a abrir la puerta para encontrarse frente a un compañero de clase que reconoció. Su nombre era Joan.

- Hola. ¿Esta Sergio? Vengo a entregarle los deberes. – Dijo Joan.

- S-Sí... - Dijo Sergio con su voz femenina. – Está en su habitación. No se encuentra nada bien.

- Entiendo... Y perdona, pero, ¿Tú eres?

- Y-Yo s-soy... ¡L-La prima de Sergio! Sus padres trabajan todo el día y vengo a cuidarlo tras acabar yo el instituto. ¡Gracias por traerle las cosas a mi primo! – Dijo arrebatándole los papeles que Joan sujetaba en las manos. – ¡Gracias y adiós! – Dijo cerrando la puerta rápidamente.

Su cabeza estaba por explotar. No se esperaba esa visita tan inesperada de alguien de su instituto, por otra parte, se alegraba de que su compañero no le hubiera reconocido. Dejó los deberes y se sentó en el sofá, cogiéndose de las piernas y ahogando su cabeza en sus rodillas. Respiró hondo, una y otra vez.

Por lo ancho que era la blusa que llevaba, podía ver su sujetador y sus pequeños pechos bien visibles. Levantó su cabeza y la agitó de lado a lado con su largo pelo negro. Quería quitarse de la cabeza el volver a masajearse los pechos una vez más y sentir otro orgasmo, pero repitió una y otra vez, "Yo soy hombre.", pero todo acabó en, "¿...Volveré a serlo?" Sergio se sintió triste. En el fondo sabía que no había vuelta atrás y que no volvería a ser un hombre, nunca más.

Ese recuerdo de salvación desapareció en Sergio, quedando en el olvido para siempre.

Sexy Señorita: AurorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora