Capítulo 5

3.8K 101 11
                                    

Pregunta seria, ¿Qué creéis que es lo más difícil de convertirse en una persona completamente diferente? Y digo, literalmente. La respuesta es sencilla, el contárselo a tus seres queridos. Y aquello fue lo más difícil para Sergio. Aquel día no fue al instituto. Estaba tan asustado que decidió quedarse en casa y esperar a sus padres.

Vinieron casi a la vez así que no tuvo por qué decirlo dos veces. Al verle, le confundieron con otra persona, eso le dolió a Sergio en el corazón y casi le echaban de la casa por creer que era una okupa. Pero Sergio les contó que la visita al médico se trataba de lo que estaban viendo. En ese momento, su madre se detuvo. Sergio les enseñó los papeles del análisis de sangre y sus padres estuvieron viéndolo por varios minutos antes de abrir sus ojos como platos.

Su padre no lo podía creer, empezó a caminar de izquierda a derecha, llevándose las manos a la cabeza y hablando consigo mismo.

Sergio se quedó solo con su padre, mientras su madre desaparecía. El padre de Sergio quería darle una explicación lógica, le preguntó si se había estado metiendo hormonas, la misma pregunta que el doctor le hizo. Frunció el ceño y le respondió lo mismo. Sergio estaba cansado de que se lo tomaran como una broma. Dejó a su padre con sus quehaceres y fue a su habitación tras contarle lo que le estaba pasando.

Al abrir la puerta de su habitación, encontró a su madre cambiando las prendas de ropa de Sergio por la ropa suya que ya no le venía. Sergio se la quedó mirando seriamente. "¿Tan rápido se ha acostumbrado?" Se preguntó. Enfadado, Sergio echó a su madre de su habitación, ya que sabía que, si se quedaba más tiempo, lo único que haría seria empeorar las cosas.

Tras ponerle la nueva ropa a su nueva hija, su madre y su padre, comieron y decidieron que por la noche acabarían la conversación sobre el tema. A Sergio ya ni le sorprendía que se preocuparan muy poco por él, estaban más centrados en el trabajo que en el bienestar de su hijo. Y una vez más, se quedó solo. Su mente estaba nublada, pensaba como seria su vida de ahora en adelante.

Sergio se envolvió de una manta y se quedó sentado en el sofá de su casa. En parte estaba feliz, sus padres no se habían opuesto a que por ahora se mantuviera escondido en casa, pero en otra parte seguía sin saber cómo sentirse ante su cambio. Se miró en el espejo del comedor y miró detalladamente su cara. Una cara femenina que se parecía a quien solía ser. Un largo pelo castaño hasta los hombros y unos labios perfectos para besar. Dirigió su mirada hacia abajo, hacia su pecho. Aún era plano. Movió su cabeza de lado a lado y se alejó del espejo, encerrándose en su habitación.

Sergio se tumbó en su cama, mirando por la ventana. Estando ahí, se dio cuenta de que un pervertido pensamiento surgía en él. No quería pensar en eso, pero acabó sucumbiendo a la tentación. Se quitó la manta y se levantó de su cama, para ir a su armario y abrir uno de los cajones. Efectivamente, su madre le había puesto sujetadores y bragas. Cogió un sujetador de color negro y se lo quedó mirando por varios segundos antes de quitarse la camiseta y ponérselo.

- Me veo ridículo con esta cosa puesta.

Podía ser que se veía ridículo con él puesto, pero se sentía cómodo, así que, se lo dejó puesto y se estiró en la cama para dormir un poco. Sus ojos se cerraron y quedó completamente dormido.

Oscuridad.

Oscuridad es lo único que puede ver Sergio. El color negro.

El vacío es lo que siente y vuelve a sentir que está flotando en la misma oscuridad que la semana anterior. Sergio estaba medio consciente, "¿Dónde estoy?" Se preguntó. Y luego todo se iluminó. Se encontraba en una habitación nunca vista. Había posters de jugadores de futbol y chicas guapas, muy guapas que dejaban ver su figura. Para su sorpresa, en la única cama de la habitación había dos personas, follando. Unos jóvenes un poco más mayores que él. La chica jugaba con sus propios pezones mientras gemía y el chico metía su dedo por su vagina y jugaba con ella. La chica soltaba dulces gemidos y al final, la chica dejó de jugar con sus pezones para ponerse a cuatro patas. Puso su gran culo frente al chico quien sonrió maliciosamente.

Sergio sintió un leve movimiento en su polla y comenzó a ponérsela dura. Se llevó las manos al pantalón, tratando de esconder su erección ante los jóvenes que estaban teniendo sexo en aquella misma habitación, pero en vez de esconderla la mostró, bajándose los pantalones y comenzando a pajearse sin importarle lo que estuvieran haciendo. "¿Qué demonios me pasa?" Dijo sintiendo que no era dueño de su propio cuerpo.

El chico, impaciente, colocó su polla en la entrada de la vagina y sin pensárselo dos veces, la introdujo del todo, sin condón, metiendo y sacándola rápidamente, haciendo que la chica gimiera aún más fuerte. Las piernas de la chica abrazaron con fuerza su espalda. Con fuerza, el chico aprieta sus dientes mientras contrae sus músculos. Concentrado por el placer, golpeaba las nalgas mientras la follaba intensamente. Se podría decir que la chica sentía dolor, pero su dolor se convirtió en placer. Tenía el culo en lo más alto mientras que su cabeza estaba en lo más bajo y sus manos apretaban con fuerza las sabanas.

"¡Me corro!" Dijeron los tres a la vez.

El chico sintió un cosquilleo en su polla, no quiso aguantarlo, tampoco quería hacerlo y la vagina de la chica se llenaba con su semen, mientras que Sergio la manchaba en la cara con el suyo. Sergio estaba exhausto al igual que la chica, que soltaba el semen a través de su vagina mientras sus piernas estaban abiertas y manchaba toda la sabana. "No era mi intención..." Se disculpó Sergio con la desconocida.

De pronto, el chico que le había metido su polla hasta el fondo se desvaneció como el humo y solo quedó la chica. Esta se puso de pie. Tenía un buen culo, unas grandes tetas, unas buenas piernas. Pero Sergio se fijó en su cara, se sorprendió de ver que era él, o ella. Su vagina estaba dejando caer el semen del chico, manchando el suelo. Sergio estaba con la mirada fija en su versión femenina completa.

- No tienes que disculparte. – Contestó con su voz femenina. – Pronto ni lo necesitarás.

La versión femenina de Sergio puso sus manos sobre su polla eréctil y comenzó a hacerle una paja, así porque así. Sergio quiso que parara, pero no podía controlar su cuerpo y poco a poco, sentía como quería salir de su polla, pero por extraño que parezca, su polla comenzó a encogerse con el movimiento de manos de la chica y, acabó por meterse dentro de él, dejando unos finos labios como vagina. Y entonces se corrió. No como hombre, sino como mujer.

Y entonces despertó.

Sergio se encontraba sudando. Seguía con el sujetador puesto y su polla estaba erecta, manchando sus pantalones de semen. Este cogió unos pañuelos de su mesilla de noche y se limpió la zona manchada, quitándose el sujetador y quedando desnudo, frente a los papeles manchados de su propio semen. "Qué asco..." Decía Sergio tirándolos a la basura.

Pero cuando tenía el pañuelo lleno de semen en su mano, un pensamiento le vino a la cabeza, "¿A qué sabrá?" Se preguntó. Y en un acto involuntario sacó su lengua para beber una gota de su propio semen que caía del papel. Parecía estar hipnotizado. La gota estaba por caer en su lengua cuando volvió a la realidad antes de que lo hiciera. "¡¡No!!" Gritó tirando el papel a la basura y alejándose de él, arrinconado en una de las esquinas de su habitación. Puso sus manos sobre su cabeza y cerró sus ojos con fuerza, repitiendo una y otra vez:

- Tú no eres una chica. Tú no eres una chica. Tú no eres, una chica...

Sexy Señorita: AurorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora