Capítulo 10

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- ¡Buenos días! – Dijo la madre de Sergio en la cocina, comiendo unas tostadas con mermelada. Sergio se encontraba bajando las escaleras en ese momento. – ¿Has dormido bien?

- ¿Eh? – Sergio seguía confuso por el sueño de anoche y por lo que acababa de hacer, no pensaba claridad. – Sí, sí. – Contestó.

- ¿Te encuentras bien Sergio?

- Rut. – Le corrigió. – Llámame Rut. Creo que tengo que ir adaptándome a mi nueva vida como una chica. Así que llámame con ese nombre. – Dijo el joven transformado.

La mañana fue tranquila para Rut. Habló con su madre sobre su padre y afirmó que, para la noche, ya estaría en casa. Rut estaba feliz, quería no tener que preocuparse por asuntos familiares, ya tenía suficiente con la transformación y la cita con Joan.

Rut subió a su habitación al terminar de beber un vaso de zumo de naranja y miró la ropa sobre la silla. La chica masculló entre dientes. Por alguna extraña razón, ella quería elegir su propia ropa, así que la escondió, a excepción del pantalón. En su armario había muchas cosas y no sabía cuál de ellas escoger. Vio una camiseta blanca de manga larga, no transparente que le llamaba la atención y también cogió una chaqueta vaquera para combinarlo. Dejó aquello sobre la silla y se tumbó en su cama, matando el tiempo jugando a juegos de su móvil o viendo videos de creadores de contenido que nunca había visto como hombre, todas ellas mujeres hablando de maquillaje.

Rut comió más tarde de lo usual, así que decidió cambiarse directamente. Cogió bragas y sujetador, se desnudó y se puso la ropa interior. Ella observó su pequeño amigo ahí abajo, tan pequeño y encogiéndose poco a poco. Era tan solo un pequeño bulto. Agitó su cabeza de lado a lado. Tras unos pocos minutos, terminó de ponerse toda la ropa y fue al baño, donde se miró en el espejo. Lucía tan espectacular aun sin maquillaje, pero gracias a los videos de antes, quería lucir aún más hermosa.

Cogió la caja de maquillajes de su madre de uno de los cajones y pasó exactamente media hora cepillándose y arreglándose el pelo, poniéndose el maquillaje: pintalabios, aplicándose correctamente el rímel, y también se pintó las uñas de negro. Al acabar, abrió la puerta del baño. Al salir, el chico transformado, triste, amargado y asustado salió cambiado en una chica hermosa, de buen cuerpo, feliz y con ganas de comerse el mundo.

"¡Aaaah!" Gritaba su madre de emoción al verla maquillada. Ella se había arreglado sola, maquillaje, ropa y peinado. Su madre habría deseado ayudarla a arreglarse, pero su hija se le había adelantado.

- Estás hermosa. – Afirmó su madre. - ¡Eres un ángel caído del cielo! – Decía su madre sin parar de alucinar.

- Ya basta mama... - Rut puso sus ojos en blanco al estar pasando vergüenza frente a su madre, por suerte no había nadie más en la casa. – Joan me espera en la plaza, será mejor que me vaya.

- ¿Y qué harás en tu primera cita?

- ¡No es una cita! – Dijo Rut sonrojándose. – Iremos a dar una vuelta, nada más. – Rut apartó la mirada de su madre para que no viera lo roja que se encontraba, pero su madre ya lo sabía.

En la puerta de casa, Rut se despidió de su madre y caminó hacia la plaza del pueblo. Había quedado con Joan en unos minutos. Al llegar, el lugar estaba lleno de gente como siempre, además, no tenía el número de Joan, no sabía cómo iba a encontrarle. Al darse la vuelta, encontró a Joan parado, con una camiseta a rayas blancas y azules, con unos pantalones negros, en su mano izquierda llevaba colgando su chaqueta de cuero marrón y la otra mano la escondía tras su espalda. "¡Hola!" Dijo Joan muy alegre. Rut le devolvió el hola.

- Has venido... Pensaba que no lo harías. – Dijo agachando la cabeza. – A todas las chicas que les he pedido salir me han dicho que si para luego no aparecer.

Aquello le sintió especialmente mal a Rut. Si hubiera sido una chica normal y corriente le habría dicho un no rotundo porque no la conocía, pero Sergio se acordaba de Joan y sus otros dos amigos con los que solía pasar el tiempo en el instituto, por eso sabía que era una buena persona y aceptó al menos ir a dar una vuelta con él para conocerlo mejor, ya que, para Rut, aquello no era una cita.

La cara de tristeza de Joan desapareció y alargó su mano derecha, dejando de esconderla de su espalda, mostrando una bonita rosa teñida de azul. "¿Es para mí? ¡Qué preciosa! Gracias." Dijo aceptando el regalo de Joan.

- Por cierto, ¿Cómo está Sergio? – Preguntó Joan refiriéndose a la masculinidad de la chica que yacía atrapado en su interior femenino.

- Está... Mejorando. – Fue lo primero que se le vino a la cabeza. – Tengo una pregunta para ti sobre mi primo... – Dijo Rut interesándose en una sola cosa. – No tienes su número y según él no tiene amigos, ¿Cómo sabias donde vivía y porque le has entregado los deberes?

- Oh eso. Soy el típico pringado al que le mandan entregar los deberes al enfermo. – Respondió rascándose la parte trasera de su cabeza. – Y uno de mis colegas vive al lado, por eso lo sé. – Dijo. – ¿No creerás que soy un acosador o algo por el estilo?

Una vez allí, ya no había vuelta atrás. Rut acababa de elegir su destino y solo ella podía elegir el rumbo que tomar. Lo que aquello podía acabar siendo una cita cambiaria quien quiere ser, si un chico o una chica. El tiempo era el único que podía responder a aquella respuesta o tal vez, era Sergio el verdadero que podía responder.

Sexy Señorita: AurorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora