one shots Daryl Dixon

palabras mudas.

Eenie, meenie, miney, moe. 

Esas palabras bastaron para darme cuenta de mi error. Ese era mi fin, y aun sin haberlo vivido, algo en mi sabia que la hora se me acercaba a cada palabra que aquel hombre canturreaba felizmente ignorando el sufrimiento que emanaba de nuestros ojos en forma de lágrimas y rabia. 

Verte llorando de esa forma tan débil, temblando del miedo que le tenias a aquel nuevo peligro que representaba Negan, sufriendo por la duda de que pasaría ahora. Sufriendo por mi culpa, tan solo si la hubiera escuchado esta misma tarde este sentimiento de quemazón en mi pecho no estaría.
Solo si hubiera dejado mi venganza de lado y te hubiera hecho caso por una vez en mi vida, te hubiera ahorrado la penuria de verme en el estado en el que me viste saliendo del maletero de la camioneta.

Siempre recordaré tu expresión al verme. Estabas pálida y abriste la boca intentando respirar con tranquilidad cuando viste toda la sangre que salia de mi hombro en aquella sabana sucia.

Catch a tiger by the toe.

Cada palabra era una posición distinta para el bate de baseball en el rostro de nuestra familia. Mentiría si dijera que no tenia miedo, pero prefería mantenerme sereno por el momento, mirando mal al tipo cuando pasaba frente a mi con una sonrisa apuntándome sin decir ni una palabra pasando mi turno a Rosita.

La latina temblaba, pero no llegaba a transmitirme la intranquilidad que tu me transmites con tu simple mirada, aun así aquella debilidad que sentía a mi lado izquierdo me recordó a ti.

La primera vez que descubrí esas marcas en tu piel, como temblaste al ver que te descubrí por un simple descuido de tu parte.

Hacía calor, especialmente en el bosque, la sombra de las copas de los árboles no servia de una mierda en estos momentos, el bochorno era mayor, por suerte había encontrado un pequeño lago hacía poco mientras volvía al campamento formado a las afueras de la granja.

Pude remojarme y aminorar por un rato el calor, hasta que las gotas se secaron, por suerte cuando eso sucedió ya estaba llegando al campamento ignorando todas las mirada y saludos que me dedicaban como de costumbre.

Los ignoraba a todos, hasta que vi una pequeña figura mirándose los brazos sentada a la sombra de un árbol no muy lejos de donde plante mi tienda 

no fue difícil deducir quien era, Alexandra Forbes, una adolescente cerrada al mundo, aterrorizada hasta de su sombra, pero sabia jugar bien sus cartas, a parte de que era con la única que había mantenido alguna que otra charla "agradable" 

sigilosamente me acerque por detrás fijando mis ojos en lo mismo que la adolescente miraba con suma tranquilidad y normalidad, como si las marcas que adornaban cicatrizantes no fueran más que un dibujo permanente del que se aburriría al cabo de un tiempo y se haría otro.

- ¿Que coño es eso?- pregunte exaltandola provocando que intentara cubrirse sus brazos con las mangas de su camisa, pero antes de que lo consiguiera yo ya la había levantado y arrastrado hasta mi tienda, temblaba mirando el agarre que había creado en muy poco tiempo, estire su brazo derecho señalando los cortes mal curados en la superficie posterior de la extremidad hasta un par de dedos por encima de la muñeca- ¡Te he hecho una pregunta! ¡¿Tan estúpida eres niña?!

- Lo siento...- susurro sin levantar la vista con la voz rota saliendo con dificultad de sus labios 

- ¿que lo sien...- una pequeña lágrima se deslizo por lo largo de su mejilla hasta caer en mis nudillos, estaban rojos por la presión que le estaba creando, afloje mi agarré sin alejar mi mano de ella. Sin saber porque estaba así me sentí apenado por ella, no quitaba que fuera una estúpida y egoísta, pero era joven, débil y estaba sola en este mundo, aun así no apoyaba esa decisión que tuvo de auto lesionarse de esa forma- escúchame bien- con ayuda de mi pulgar levante su mentón conectando con su mirada- aun que seas la que mas me agrada de este lugar, no me caes bien, pero eso no quiere decir que me parezca bien que te hagas esto. ¿Con que te las haces?