PARTE I: CAPITULO 1: AULLIDOS

251 10 0
                                    

CAPITULO 1: AULLIDOS

(Kael)

Detesto los días calurosos, casi siempre son indicios de que terminará mal, para mí, por supuesto. No solo por lo mal que me viene el calor; sino por lo peor que le caen a mis ojos, digamos tienden a ponerse de un color rojo carmesí y me veo resignado a llevar puesto las gafas todo el día, qué desastre...

¾    Kael aquí tienes tu lista de reuniones de hoy, trata de no perder la agenda esta vez – Me lo dice Carmen con ese tonito que tanto detesto, claro que si me pongo a enumerar las cosas que detesto, se me adormecería el cerebro de tanto pensar.

¾    No te preocupes… – Respondo cogiendo la agenda sin prestarle la más mínima atención.

La típica agenda del día, alguna que otra reunión y unos espacios en blanco que significa, “te jodiste, como no hay nada te tocará hacer o cubrir a alguien cuando desaparezca”, Suerte que siempre se me ocurren motivos para evadir esos favores que me piden, en medio de mí ya ajustada agenda diaria.

Lo de siempre: manejar con el sol dificultándomelo, comprarme el café helado para bajar el calor, por si acaso paso por el banco para sacar dinero, pero para variar decido no hacerlo “Bah... qué puede pasar, es solo una agenda de rutina, no creo necesitar más dinero del que ya tengo” pienso mientras paso de frente.

¾    Buenos días Sr Kael, la Srta. Lucia lo espera.- Me dice la recepcionista de mi primer punto de reunión, para engatusarla y venderle alguno de los productos de la empresa.- Qué puedo decir, no es que adore mi trabajo pero me distrae y la agenda diaria suele darme la gracia de hacer que el día pase rápido.

¾    Hola Lucia – Siempre a secas y tuteando a mis clientes “Bueno... más a las clientas” - Cómo has estado; me gusta tu nuevo corte – Claro también me gustaba su escote pero no era algo que por el momento deba decir-

¾    Gracias Kael tú siempre tan coqueto – Me responde ella aún un poco avergonzada, pero ya acostumbrada a mis cortesías

¾    -Y ni te digo, lo que tu escote hace pasar por mi cabeza – Qué diablos mejor fuera que dentro, pienso – Pero bueno, hablemos de negocios.

¾    Oh vamos Kael tenemos mucho tiempo, sígueme hablando. – Bueno no sé si era bueno para esto, pero como decía, hacía pasar mucho más rápido el día y más no podía pedir para mí, pues de vez en cuando tenía algo más de suerte de la que estaba preparado para tener.

La típica reunión, donde pierdo media hora hablando de trivialidades tratando de contener esas ganas animales de acercarme y quitarle la ropa, en fin uno tiene sus necesidades y obviamente ella también, como ya dije, a veces tengo cierta suerte.

Mientras más rápido llegue a mi siguiente reunión, más rápido podrá pasar el día, digamos que mi estilo de vida es buscar la manera más eficiente de que el día pase sin darme cuenta. Dejar que los minutos se hagan eternos, era condenarme a una tortura sin cesar, de la cual no estoy dispuesto ni a pensar.

Por un instante salto del piso con una casi ridícula agilidad, he de admitir que los movimientos bruscos no son lo mío.

¾    ¡MIERDA!- Grito casi por instinto, un perro grande apareció, como odio esas cosas, en verdad las odio, pero por sobre todo, porque les temo, no puedo creer que toda mi vida, todo perro que veo, siempre me termina ladrando o en el peor de mi desafortunada suerte, termina intentando convertirme en su desayuno.

   Si no fuera por la exagerada población de perros, en esta ciudad me hubiera animado a salir más a la calle de niño, pero como “allá arriba” se empeñaron a hacérmela difícil, pusieron un perro grande y fuerte en cada esquina de mi aburrida vida, en algún momento creí estar destinado a huir de esos cancerberos de cuatro patas y colmillos de miedo.

Requiem: Cronica I AzraelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora