CAPITULO 8: PALADINES

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CAPITULO 8: PALADINES

(Kael)

  Helena estaba paralizada del miedo, ni con los esbirros o Baphomet había estado así de aterrada, solo dijo una palabra “Paladines”.

-Si estar en el plano espectral y estar rodeados de esbirros me pareció peligroso para ti, tener paladines sale de la escala.-  Habla Belial ahora nuevamente en su forma de lobo, cerca de mí.- Ellos están fuera de tu alcance aun transformándonos, ese muchacho nos acabaría en un instante.

¿Aquel muchacho? Quedo observándolo, él está inmovible ante la situación, mientras los otros iban atacando con largas varas de luz. Drull peleaba también con esbirros, aún no había cruce de golpe con los extraños, ambos peleaban contra las criaturas, el muchacho cruzó las manos sobre su cabeza de forma muy relajada y caminó de esa forma hasta una pared cercana donde se apoyó y solo observo lo que ocurría.

  Escuché unos ruidos extraños viniendo de atrás, era Belial cavando en el cemento, lo hacía con demasiada facilidad para ser concreto. Helena miraba angustiada  la pelea.

  La pelea era inmensa algunos esbirros huían otros llegaban, las arañas grandes, se lanzaban sobre los extraños pero estos los partían fácilmente con sus armas de luz, al igual que los esbirros; Drull se notaba exhausto y las heridas hacían más que mella en él, demasiado debilitado para poder con tantos.

  En medio del combate apareció otra criatura, aterrizo salvajemente contra el suelo, grandes alas  de murciélago, garras en las manos, larga cabellera, dos pequeños cuernos sobresaliendo de su cabeza, ojos negros, lleno de extraños tatuajes en el cuerpo. Todos quedaron inmóviles observando al nuevo invitado en la escena, él hacía lo mismo observaba a todos los presentes.

-Paladines, son una peste difícil de erradicar- Dice la criatura, fríamente, con una voz ronca y vacía, mientras escupía en dirección a los tres paladines que mataban esbirros y arañas.

-Gárgola identifícate.- Responde el paladín más cercano- Te eliminaremos como a todos los de tu especie.

La respuesta no se hizo esperar, este fue cogido del pescuezo por la gárgola, dejando su cuerpo en el aire, mientras presionaba cada vez más su garganta.

-¡Que no quede ni uno con vida!.- Fue lo único que dijo, cuando aparecieron varios esbirros más en el lugar, eran al menos unos treinta más, ellos se lanzaron contra los paladines, al igual que las arañas, dejando a un moribundo Drull.

  Los ojos de la criatura comenzaron a brillar como fuego, de la misma manera que lo hacia Dedrid, un fuego que iba creciendo en tamaño al punto de verse las  flamas con claridad en él, en un instante de un rápido movimiento aprieta  aún más fuerte el cuello de su víctima, se escucha un crujir y un paladín sin vida cae al piso. Atrás de él, Drull intentaba embestirlo con su malherido cuerpo, pero es cogido por la garganta de la misma manera  que hizo con el paladín. El minotauro trato de defenderse, dando golpes  en su rostro y brazos, pero no tenían ni un efecto en la criatura. Una aterrada Helena podía sentir su corazón salir, su alma explotar, estaba a punto de gritar, no tuve más opción que asegurarla con fuerzas para callarla; con el mayor terror y sorpresa vimos como la criatura incrustaba sus garras en el pecho del guardián para luego arrancarle el corazón sin piedad alguna. Drull cae muerto brotando sangre de su cuerpo, con la mirada sin vida clavada en nosotros como crueles navajas. Sostengo con todas mis fuerzas a Helena que no deja de gritar en mi mano, de moverse y desesperarse por asistir la muerte de su amigo, su guardián, quizás su única familia hasta ahora.

  De pronto el muchacho comenzó a moverse, se quitó la túnica y enfundo su catana, no podía creer que él se atreviera a desafiarlo,  la gárgola ríe maléficamente hacia él, los otros paladines luchan por su vida contra los furiosos esbirros y arañas que los atacan, la mirada del muchacho cambió totalmente ahora es completamente fría, se percibe una sensación extraña en el ambiente, el paso es lento y la bestia lo esperaba con ansias haciéndole señas con las manos de que se acerque aún más.

  Solo fue un pestañear, una brisa de viento, no estoy seguro de haber visto algo, divisé una de las alas de la criatura cayendo y el muchacho trás de él en posición de combate preparado para su siguiente movimiento, pero su espada es detenida por las garras de la criatura,  intenta cogerle del cuello de la misma manera que sus anteriores víctimas, pero el pequeño de un rápido movimiento retrocedió unos metros de él, filosas garras salieron de sus manos, con estas atacaba consecutivamente y con furia al muchacho, este solo esquivaba  todos los ataques, algunos con facilidad y otros no. La criatura estaba furiosa y al muchacho cada vez se le complicaba más evadir los zarpazos, de pronto este quedó acorralado en una pared,  la criatura sonrió, de un fuerte rugido escupió fuego por su boca, tratando de incinerar al joven paladín. Este uso su espada como escudo para bloquear el fuego, mientras decía unas palabras que no lograba escuchar bien. De un rápido movimiento saltó por encima de la gárgola para ganar nuevamente terreno, sacó su espada más pequeña y la puso en cruz con la katana que tenía en mano.

-Estrellas de la eternidad, silencio sin nombre, aullidos de la luna, yo te invoco flecha rayo.-  

Mientras hablaba, sus armas se llenaban de una luz, como rayos saliendo de ellas,  la espada más pequeña la puso verticalmente a su cuerpo mientras que la espada grande  perpendicular a la pequeña

- Estrellas de la eternidad, silencio sin nombre, aullidos de la luna, yo te invoco flecha rayo-

Volvió a repetir  el encanto, y los rayos iban tomando forma rápidamente de  arco y flecha, siendo esta última la catana más grande.

-¿Te atreves a hacer esos trucos conmigo escoria?- Dijo la bestia, mientras volvía  escupir fuego hacia él.

El muchacho no respondió, palabra alguna, solo disparó su nueva arma de rayos, una poderosa luz salió disparada en dirección de la criatura, perforó la llamarada que este escupió, para terminar clavada en su pecho, esta grito de dolor, la sangre negra salía sin parar y sus ojos perdían el fuego que tenían hace un momento. Tenía clavada la espada  en su pecho. El muchacho se acercó lentamente a él, con una mirada fija en los ojos de su víctima.

-Sin la sangre del caído, no eres nada.

-¿Eso fue una purificación?- el muchacho saca la espada del pecho de la criatura.

-Esto es una purificación…- Luego de decir eso corta la cabeza de la gárgola, al ver esto los esbirros y arañas se retiran rápidamente, dejando heridos a los otros paladines.

La gárgola comienza a evaporarse poco a poco haciéndose fuego y luego cenizas. El muchacho obervaba con atención mientras que sus compañeros se acercaban a él.

En nuestro rincón estábamos aún destrozados por la muerte de Drull, pero al mismo tiempo no sabía que podía pasar con nosotros ahora, quiénes eran esos sujetos, Helena se aterrorizo al verlos, y ese muchacho  no hizo nada por ayudar a Drull, pero al mismo tiempo es claro que no es una persona “normal”.

-Vamos, antes que nos descubran.- Dice Belial, desde el túnel que cabo.- Encontré el portal por donde entraron los paladines.

-Helena tenemos que irnos por favor.-

Ella aún está destrozada por la muerte de su amigo, la cargo suavemente y la deposito en el túnel mientras que Belial la arrastra con su boca, yo entro detrás de ellos pero antes de terminar de entrar al túnel.

-Hasta que por fin te encontré Joel.-

Había llegado una niña con unos 5 paladines más. Entre ellos había uno que se diferenciaba por sobre los demás, era más alto y no vestía el uniforme de ellos, lucía casual y con túnica como la chica y el muchacho.

-Estúpido siempre causando alboroto.- Responde el más alto  mientras observaba los cadáveres en el piso.- ¿Qué pasó aquí?

-Aniell me había perdido. –Responde el con una gran sonrisa a la chica, volvía a parecer un niño cualquiera nuevamente.

-No me ignores  tonto.- Vuelve a decir el alto.

-Ah, ¿Zero habías llegado?

¿Joel, Aniell, Zero? ¿Quiénes son esas personas?, ¿qué son los paladines? No puedo evitar  pensar mientras me arrastraba por el túnel.

-¿Qué son los Paladines?- Me preguntaba en silencio

-Hijos de Uriel y Miguel.- Respondió Belial.

Requiem: Cronica I AzraelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora