Aitana es una niña rica y caprichosa de dieciocho años e hija del multimillonario matrimonio Ocaña.
Tras sufrir un robo y en el que resulta muerto su último guardaespaldas, el empresario Cosme Ocaña, contratará a otro hombre para el cuidado de ésta...
Aunque Aitana no estaba muy convencida de ello, finalmente acudió a las clases de baile, después de haberlo invitado por dos semanas.
Sabía que debía afrontar los reproches y miradas del profesor por el plantón de aquella tarde y las posteriores llamadas y mensajes que nunca contestó.
—¡Hey! ....te ves radiante Aitana. Mira esa sonrisa—dijo su compañero Agoney acercándose para abrazarla.
—Anda ve a cambiarte—le dijo Cepeda quedándose en la puerta.
La chica asintió y caminó hacia su compañero.
—Hola.
Tras abrazar a Agoney, la chica se giró y regresó junto a su guardaespaldas.
—Me extrañarás ¿verdad?.
Cepeda sonrió y por un momento olvidó donde estaba, ya que no pudo evitar aguantarse las ganas de besar su cabeza.
—Yo siempre te extraño, preciosa—le susurró.
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La felicidad de la chica se vio cortada por la acusadora mirada del profesor, el cual había irrumpió en el salón.
—Comencemos con la clase.
—Pero todavía hay gente sin cambiarse Pol—Dijo una de las asistentes.
Este se volvió y miró a Aitana.
—¡Tú!, ¿Qué demonios haces todavía así?. Esto no es un parvulario, pequeña. Aquí se viene a trabajar—le gritó sorprendiendo a todos.
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Luis apretó sus puños pues sabía porqué este le hablaba así a la pobre chica, la cual solo había seguido los impulsos de su corazón.
—Maldito capullo fracasado—susurró molesto.
Cuando Aitana regresó junto con otros compañeros más, los cuales se los había encontrado en los vestuarios, el profesor comenzó la clase sin dejar de forzarlos entre gritos y malas caras.
—¡Vamos!... ¡vamos!...¡arriba y abajo!...¿Acaso estáis dormidos?...¡venga!... ¡venga!, ¡Otra vez!.
—Pero ¿Qué le pasa a éste hoy?—preguntó en un susurró el compañero de la benjamina Ocaña.
