-23- (la agonía del secuestro 1/3)

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Me desperté sin saber si era de día o de noche, ni tampoco tenía idea de cuanto tiempo llevo aquí, en este húmedo y solitario sótano.

Alcé la mirada y una nueva bandeja con comida estaba a mi lado pero nuevamente no probé bocado. Cómo podría comer, estando en este maldito lugar y alejada de los que quiero.

Agudicé mi oído para ver si podía saber donde me encontraba pero de nuevo tan solo escuche los ruidos de las viejas cañerías, ni un solo coche, ni tren, ni tampoco se oí ningún río o máquina, creo que me han traído a un sitio apartado de la civilización.

De repente escuché la puerta y que alguien bajaba las escaleras, entonces volví a sentir miedo y me hice la dormida.

-Maldita sea, de nuevo no ha comido nada-Escuché decir a Pol.

Segundos después noté como me movía e intentaba despertarme pero me resistí a hacerlo y finalmente desistió.

-Está bien como quieras pequeña. Tengo mucha paciencia así que sé que acabarás cediendo y comerás para no morirte de hambre.

Lo odio, es un bastardo y me arrepiento a cada segundo de haberlo dejado entrar en mi casa e incluso en mi vida.

Cuando escuché cerrarse de nuevo la puerta, entonces abrí los ojos y rompí a llorar sin parar.

No sé cuánto tiempo estuve así, supongo que hasta que se me acabaron las lágrimas, entonces sentí un repentino frío y empecé a temblar, mi cabeza comenzó a dolerme y entonces todo se volvió negro y me desmayé.

(...)

-¡Joder!, ¿Pero cuánto tiempo lleva así?.

-No tengo idea. Tú has venido al mediodía con su bandeja.

-¡Ya lo sé estúpido!, pero estaba dormida y respiraba normal. Ahora está pálida, fría y su frente arde.-dijo pol furioso.

-¿Y qué hacemos ahora?-preguntó el otro hombre.

El profesor de baile caminó de un lado a otro del sótano intentando pensar y de repente se paró.

-¡Un medico!. ¡Debemos traer un médico rápido!.

-Estás loco-dijo el más alto de sus compinches-¿de dónde sacamos uno a estas horas?, ¿pretendes secuestrar uno?, ¡es muy arriesgado!.

Rápidamente Pol sacó su pistola y le apuntó.

-Traer un maldito doctor. Me da igual de que maldito agujero lo saqueis pero traerlo o correctas la misma suerte de los demás.

-Vamos tío... ¿Estás mal de la cabeza o qué? - habló el más bajo acercándose a ellos-Si nos matas a todos, te quedarás solo y ella morirá.

El musculoso profesor de baile le agarró entonces la entrepierna, apretandole sin piedad.

-Maldito gilipollas, te arrancarre las pelotas despues de matar a éste idiota. Crees que me preocupa lo mas mínimo quedarme solo.... pues no... y mucho menos si ella muere. Así que obedecer y traer el puto médico de una jodida vez.

Tan pronto los hombres salieron por la puerta, Pol se arrodilló y empezó a acariciar a la febril chica.

-No te vas a morir pequeña. Tú y yo estaremos juntos para siempre...siempre.

Tras una media hora, en dónde el profesor de baile intentó bajarle la fiebre a base de ponerle paños de agua fría en la frente, sus hombres regresaron arrastrando al asustado médico del pueblo más cercano.

-¡Ayudela!... ¡rápido!-gritó éste levantándose.

-Oh por Dios....¿que le habéis hecho a ésta pobre chica?.

Pol empujó al doctor y le apuntó con el arma.

-¡Eso no te importa!...¡ Tan sólo curala joder!-volvió a gritar el fornido delincuente.

El médico asintió y con las manos temblorosas se arrodilló y comenzó a revisar a la febril chica.

Tras un rato tomándole la presión, el pulso, la temperatura y el estado de su cuerpo, revisó su maletín y sacó una jeringa y la llenó de un preparado que saco de un pequeño frasco.

-¿Para que es eso?-preguntó entonces Pol.

-La chica parece estar deshidratada y con una severa anemia. En un principio le inyectaré esto pero necesita suero, hierro y algunas cosas más que aquí no tengo. Las apuntaré, debéis conseguirlas en una farmacia cuanto antes.

En cuanto obtuvo el papel escrito, Pol salió y mandó a sus ayudantes para que fueran a buscarlo, no sin antes enfurecerse de nuevo por las protestas de estos, debido a la hora, ya que eran más de las once y seguro la farmacia estaría cerrada.

Luego, éste regresó de nuevo al sótano junto al médico y la chica, a la espera de que la inyección por fin hiciese algún efecto en ella.

1. Mi nuevo guardaespaldas (Aiteda)-TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora