Aitana es una niña rica y caprichosa de dieciocho años e hija del multimillonario matrimonio Ocaña.
Tras sufrir un robo y en el que resulta muerto su último guardaespaldas, el empresario Cosme Ocaña, contratará a otro hombre para el cuidado de ésta...
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—¡Pe-Pero!... ¿¡Q-Qué diablos haces Graciela!?—dijo rápidamente Cepeda, separándose de su exnovia, la cual le había tomado por sorpresa.
—Lo siento....lo siento Luis, perdóname. El embarazo me tiene con las hormonas revolucionadas y luego está Eric, que desde que lo descubrió apenas me hace caso.
El policía chasqueó la lengua y acarició su cara con lastima pues ésta comenzó a llorar.
—No pasa nada, no te preocupes. Siento que estés pasando por todo esto, ¿Cómo puedo ayudarte?.
Graciela secó sus lágrimas y sonrió levemente.
—Lo estás haciendo ahora mismo, con tan solo escucharme. Gracias Luis, eres un buen amigo.
—¿Has ido al médico?.
La chica asintió.
— Ya casi estoy de casi dieciséis semanas y todo está bien. El ginecólogo me dijo que podremos hacer la prueba en cuanto queramos.
—Pero... te habían dicho que había unos riesgos ¿no es así?.
La chica asintió.
—¿Tu novio que te ha dicho?.
—Bueno, el sabe del embarazo pero no tiene idea de mis dudas. Él cree que es suyo, por eso está tan molesto.
—Pues no lo hagas sólo por mí. No me lo perdonaría si os ocurre algo.—habló el guardaespaldas.
—Pero... ¿y vas a esperar hasta que nazca?. Yo no puedo permitir que estes con esta carga si no te corresponde.
—Tranquila, yo estoy bien. Lo hago con gusto y si resulta que no es mío, no pasará nada, ¿de acuerdo?.
—Realmente eres único Luis. Tu novia tiene mucha suerte. Ojalá ella sepa apreciarte como yo no lo hice en su momento.—dijo ésta tristemente.
—No temas, no hay ninguna novia.
La chica lo miró extrañada.
—Pero yo creí que a estas alturas tú y ella ya...
El guardaespaldas negó tristemente.
—Eso no puede ser.
—Pe-Pero ¿por qué?, ¿Es por el bebé?, ¿Acaso ella no...
—No... no es por el bebé ni tampoco por ti. Ni siquiera es por ella. Soy yo el que no quiere iniciar nada.
—Pero Luis... a kilómetros se ve lo mal que estás por esa chica. ¿Por qué lo haces?.
El moreno tomó el último sorbo del café que se había pedido y suspiró.
—Tengo miedo.
—¿Miedo?...¿Miedo de qué?.—preguntó Graciela preocupada.
—Pues miedo a enamorarme tanto de ella que eso consiga destruirme si se termina.
